sábado, 30 de diciembre de 2017

De parte de la princesa muerta, Kenizé Mourad

En ocasiones, me pierdo en mis pensamientos y hago una recopilación mental de aquellas novelas que leí hace décadas y además de asustarme por los años que han pasado, me sorprendo del grato recuerdo que guardo de muchas de ellas. “De parte de la princesa muerta” es uno de estos libros inolvidables. Quiero acertar que era por allá por 1989 cuando un amigo me la recomendó por su temática histórica, conocedor de mi gusto por este género y mi especialidad como docente de Historia. Ya entonces me pareció muy buena y en esta ocasión al releerla, reconozco que la he saboreado de otra manera, pero sigo pensando que es un precioso relato mezcla de realidad y de imaginación bajo el trasfondo biográfico de nuestra autora.
“Estambul, 1918: esta historia comienza en la corte del último sultán del Imperio otomano. La princesa Selma tiene siete años cuando ve cómo se desmorona su mundo. Condenada al exilio, la familia del sultán se traslada a Líbano. Éste será el principio del complicado viaje que Selma hará a lo largo de su azarosa vida, un camino que la conducirá a la India y a París en el que encontrará al amor de su vida... y lo perderá para siempre”.
Si tuviera que “vender” la novela para convenceros de que la leáis, os diría que es un paseo por la Historia, un emocionante recorrido por el siglo XX, por los acontecimientos más relevantes de Europa y especialmente de Turquía, la caída del Imperio Turco Otomano, sirve de escenario para narrar la reconstrucción de la vida de la madre de  Kenizé Mourad, la escritora turco-india-francesa, autora de este viaje físico y emocional a modo de homenaje a un personaje al que no tuvo oportunidad de conocer.
Son seiscientas páginas que acobardan de entrada al lector, es justo por tanto avisar que el principio es algo lento, pero la trama está muy bien planteada y acaba enganchando. El ritmo es ameno, pero es cierto que algunos pasajes y momentos de este periplo resultan áridos y densos, pero las descripciones de las diferentes culturas, las costumbres y los escenarios, acaban supliendo ese pequeño inconveniente. Quizás la parte primera me atrajo menos, tras la infancia de Selma, la gran protagonista, todo es más interesante y atractivo.
Una historia de vida que refleja la lucha por adaptarse a los cambios provocados por el exilio, a la aceptación de las formas sociales de occidente en contraste con la cultura turca. Bien documentada, no en vano está dividida en cuatro partes, cada una en un territorio diferente; Turquía, Líbano, India y París, a cual de todas descritas a la perfección según el proceso de adaptación vivido por nuestra “princesa muerta”.
Solo he encontrado un aspecto algo desaprovechado y es el papel de algunos de los personajes, desde mi humilde opinión se podía haber sacado mucho más de ellos. Sin duda me quedo con el eunuco Zeynel que representa tantos valores que mejor que lo descubráis vosotros.
La novela fue considerada en sus momentos como un gran bestseller, a mí me resulta chirriante unir este concepto con el de novela histórica, pero imagino que estará relacionado con el impacto de ventas que tuvo en sus inicios. En esta segunda lectura he disfrutado más porque tuve la oportunidad de viajar a Estambul, y reconocer calles y lugares que aparecen en la novela te permite integrarte en el relato con más facilidad.
Os la recomiendo sin “peros”, aunque reconozco que le pueden sobrar páginas no sabría eliminar pasajes, en el fondo todos están justificados y prescindir de ellos haría peligrar el armazón de la historia. Seguro que los amantes de la novela histórica la consideran perfecta. Deseo que os guste.
 “Los cambios vitales decisivos empiezan con pequeñas  trasformaciones, anodinas en apariencias, lo complicado no es conseguir hacer las cosas a la vez, sino ser capaz de hacerlas todos los  días”.

martes, 26 de diciembre de 2017

Tu segunda vida empieza cuando descubres que solo tienes una, Raphaelle Giordano


Es poco habitual que lea libros de los que se denominan de “autoayuda”, no porque piense que no la necesito nunca, al contrario muy a menudo demando cariño y atención como cualquier mortal; lo que ocurre es que este género si es que se puede denominar así a este modelo de literatura, no me convence en absoluto y tal vez sea por lo mucho de “americano” y en este caso francés, que veo en estas obras cargadas de consejos, terapias psicológicas, frases motivadoras, instrucciones para cambios vitales, ejercicios físicos y mentales…, vamos auténticos manuales para alcanzar la felicidad completa y eterna al margen de nuestras particulares situaciones de vida. Algo irreal si partimos de la base que las mismas soluciones no vale para diferentes problemas.
Confieso humildemente que la portada fue el anzuelo irresistible que me hizo picar y adelanto también que la terminé por pura casualidad y cabezonería.
“Camille se acerca a la cuarentena cuando, de repente, se ve envuelta en un mar de dudas. No es que sea desgraciada, pero tampoco se siente realmente feliz. Tiene la impresión de que la felicidad se le escurre entre los dedos. Es cierto que ha conseguido un trabajo que le permite estabilidad financiera, pero en realidad no le apasiona. En casa, la rutina se ha instalado en su matrimonio: ya ninguno de los dos se esfuerza. Y la relación con su hijo... es más tensa que la cuerda de un equilibrista.
Después de uno de esos días especialmente catastróficos, Camille se encuentra por casualidad con Claude, quien se califica como rutinólogo profesional y le propone una original terapia para ayudarla. Ella no lo duda y se entrega en cuerpo y alma; necesita encontrar de nuevo el camino hacia la ilusión y la felicidad. A través de unas sorprendentes experiencias, tan creativas como reveladoras, va a transformar su vida pasito a pasito hasta lograr conquistar sus sueños”.
En líneas generales le elegí porque la sinopsis me hizo pensar en una novela con un argumento que giraba alrededor de la felicidad, del optimismo y de las segundas oportunidades. Narrada de forma cuidada, nos cuenta la historia de una mujer en plena crisis de los cuarenta, el impacto de la rutina en su vida y los interrogantes que la acechan en un presente que hace tambalear su futuro. Hasta ahí muy normal, lo original viene cuando aparece el “rutinólogo”, el salvador, el mesías terapéutico portador de las herramientas que cambiaran la existencia de Camille para siempre. Más ficción no cabe en un libro sencillo, que está bien escrito, apto para todos los públicos, plagado de escenas románticas, fácil de leer y entretenida sin más; un manual de autoestima camuflado en una trama sencilla que acaba por abandonar la historia de la protagonista para recrearse en un repertorio de opciones que acaban por convencer de que la felicidad es un estado mental y que si no somos felices, será por nuestra falta de voluntad e interés para cambiar de chip.
Reflexiones servidas en bandeja, moralejas en plan “tirón de orejas”, consejos en tono imperativo para alcanzar nuestro desarrollo personal y avisos de lo maravilloso que es navegar por el optimismo eterno.
No quiero desanimar a los amantes de estas lecturas, me consta que hay verdaderos seguidores de los libros de autoayuda y reconozco que a muchos les hace bastante bien; pero no es mi caso, lo he visto muy previsible y excesivamente inverosímil. Ambos personajes representan lo que yo más detesto, la defensa de la dictadura del optimismo. Es bueno ser vitalista y ver el vaso medio lleno pero sin apartarse de la realidad en la que nos movemos; los Claudes no están a la vuelta de las esquinas y desgraciadamente los finales felices se cuentan con los dedos de las manos, al menos en la vida que yo vivo.
Me ha gustado las frases de pensadores célebres que aparecen señaladas en negrita, y el buen gusto con el que está escrita la primera incursión literaria de Raphaelle Giordano; pero a pesar de la buena intención que respira el libro, solo lo puedo recomendar para los que ya saben de que van estas novelas y especialmente para los que siguen creyendo, que los problemas se arreglan con un chasquido de dedos o en un abrir y cerrar de ojos.
Termino diciendo, que mi rabia puede tener algo que ver con los éxitos editoriales y las campañas publicitarias que sin quererlo “engañan” a los consumidores de “letras” y en este caso, se vendía una historia aceptable tras el disfraz machacón de la “autoayuda” y eso no deja de ser un fraude al lector.
    “Necesitamos razones para vivir tanto como tener de qué vivir”.

viernes, 22 de diciembre de 2017

La tía Julia y el escribidor, Mario Vargas LLosa


Siguiendo la costumbre de volver a leer novelas que me dejaron una huella inolvidable, ha sido casi obligado detenerme en “La tía Julia y el escribidor”. No recuerdo los años que hace que la leí ni las veces que la he podido recomendar cuando me refería a Mario Vargas Llosa. Ahora que reseño los libros que leo y algunos que repito por pura añoranza, me reafirmo en lo mucho que disfruté entonces y en la oportunidad de poder compartirlos desde mi humilde labor de bloguera.
“El joven de dieciocho años Mario Vargas trabaja en una radio peruana, cuyos jefes han traído desde Bolivia al más exitoso escritor de radioteatros, Pedro Camacho, un individuo excéntrico que aparte de escribir sus libretos, también los interpreta. Al tiempo, Marito se enamora de la tía Julia, una pariente política suya, divorciada y de treinta años. Ese amor prohibido desafía a la amplia familia del aspirante a escritor que inicia toda una odisea para poder consumarlo”.
Puede hacer más de treinta años que topé con este libro en las estanterías de mi casa cuando era adolescente; la portada me atrapó, tantas fotos pequeñitas montadas unas encima de otras me invitaron a curiosear entre los renglones de una novela que desde sus primeras páginas consiguió algo muy importante, hacerme reír. Si no me equivoco ya había descubierto al peruano Varguitas con “Pantaleón y las visitadoras”, de manera que me era familiar su estilo y no necesitaba más razones.
Gracias al paso de los años y a la madurez que tengo tras décadas de lectora, hoy puedo entender mejor a la Tía Julia y al Escribidor, y apreciar que además de ser un libro curioso y divertido, es la historia de amor de nuestro Premio Nobel, quien en su etapa de joven escritor principiante, desafío a la sociedad limeña de los años cincuenta con un amor cuestionado y prohibido.
Dos argumentos van corriendo de manera paralela, lo hacen intercalando capítulos correspondientes a la relación de Mario y Julia con las historias de Pedro Camacho, el escribidor de relatos folletinescos de gran ingenio en los que se mezclan situaciones hilarantes y desquiciadas de personajes no menos surrealistas y curiosos. Los capítulos pares se reservan a la historia autobiográfica de Vargas Llosa, y los impares a las vivencias personales y labor de guionista del segundo gran protagonista de este libro, Camacho, quien desbordado por el exceso de trabajo, acaba mezclando a sus personajes radiofónicos provocando un caos en las historias, algo que acaba con su ingreso en un psiquiátrico.
Aunque la estructura pueda parecer algo compleja, la presentación en capítulos lo simplifica todo. No cuesta trabajo seguir el día a día de Varguitas con su tía y la evolución de su historia de amor, y por otro lado, familiarizarnos con las radionovelas de Camacho, historias ocurrentes, pícaras y por supuesto altamente surrealistas. Los estilos son muy diferentes; y mientras los primeros destacan por un tono muy literario, los segundos representan la literatura de consumo que forma parte imprescindible de la cultura popular. Un homenaje merecido a los seriales de un pasado que llegaban a una inmensa mayoría de radioyentes.
Para animaros deciros que el humor juega un papel estelar en el libro, especialmente en la parte folletinesca gracias al lenguaje redicho, irónico y emotivo utilizado por el escribidor para confeccionar un retrato esperpéntico y a la vez real de la sociedad limeña de la época. Un derroche de imaginación que acompaña a una narración bajo el paraguas del humor fino y elegante de Llosas.
Sobra decir que me gustó y que me ha vuelto a gustar, que los diálogos cortos y las buenas descripciones suavizan la profusión de vocablos latinos, que no dejan de ser una dificultad cuando no estás familiarizados con dichos localismos, pero que no es razón de peso para dejar de admirar la riqueza y elegancia de su lenguaje.
Imposible no detenerse en la galería de personajes que protagonizan estos cuentos al más puro estilo realismo mágico, y los secundarios que rodean a Varguitas en su realidad social, todos formando parte de aquellos años como estudiante de derecho y aspirante al escritor que es hoy.
No solo es divertida, se atreve a presentar la sociedad hipócrita que le tocó vivir, las manifestaciones de racismo de las que fue testigo y el clasismo que imperaba en un régimen militar de una época con demasiado rotos y descosidos de una burguesía falsa y conservadora.
Os gustará por sus escenas tremendistas que rayan lo absurdo y porque la mezcla de personajes a medida que avanza la locura de Camacho es un no parar de reír. No descarto una tercera vez aprovechando que se puede saltar de los pares a los impares. De verdad espero que la disfrutéis.
“Cada uno de nosotros guarda algo desconocido de las vidas ajenas”.

domingo, 17 de diciembre de 2017

La isla de los cien ojos, Mikel Santiago


Cuando descubro a un autor y su lectura ha quedado dentro de lo aceptable, suelo leer otras novelas para acabar de identificarme con su estilo y saber si va a formar parte de los escritores a seguir; con Mikel Santiago me ha ocurrido eso, tras “El extraño verano de Tom Harvey”, quiero conocerlo más y que mejor que a través de su escritura. “La isla de los cien ojos” ha sido la segunda experiencia de este joven bilbaíno escritor de novelas negras y relatos breves de corte entre mezcla de intriga y terror y enormemente influenciado por la maestra del crimen, Agatha Crhistie.
“En un pueblo irlandés llamado Dowan, un médico de principios de siglo se prepara para la fuerte tormenta que se avecina. Al día siguiente un aristócrata requiere su presencia, algo ha aparecido traído por el mar.
Un bote de un barco hundido, el Fiorod. En su interior, un cadáver seco rodeado de algas. El olor a putrefacción hace que el médico ordene que lleven los restos del naufragio y los entierren, así se evitarían las enfermedades hasta encontrar a alguien que quisiera hacerse cargo del por ahora desconocido navegante.
«La tormenta lo trajo, Lo arrancó de donde nunca debió salir y lo dejó varado en nuestras playas. Ocurrió durante una terrible noche de viento y lluvia como no habíamos vivido en años. Los rayos partieron dos árboles en Santry Hill y las olas embistieron el puerto...»
Entonces aprecian que en el barco hay tallas. Toda la madera está llena de marcas, letras, palabras. Una historia contada en los últimos días de vida de un hombre que vagaba a la deriva por el mar.
¿Quién es el misterioso náufrago? ¿Qué cuenta la historia tallada en los bancos del bote?
¿Qué sucedió con el Fiorod?.”
Solamente setenta páginas y algo menos de una hora me ha llevado leer este relato de intriga, que sin ser bueno ni especial lo he terminado por mera curiosidad. Una sinopsis que casi cuenta la historia en su totalidad, confieso que me pareció que iba a ser mucho más interesante, pero aviso que es entretenida y punto.
Al principio abrí los “ojos”, los dos que tengo, y pensé…, que buena trama para tan pocas páginas, pero a pesar de estar bien planteada y redactada, la desilusión ha sido monumental. He necesitado unas dosis de imaginación tremenda para creerme la historia de un náufrago que escribe un auténtico testamento en condiciones extremas y en un soporte como la madera cuando su vida pende de un hilo. Me asaltaban los interrogantes, ¿cuántos días estuvo en la barca?, ¿cuánto media para poder escribir y escribir?, ¿cómo resistió el material de escritura a tal documento gráfico?..., me ha parecido infantil sin llegar a ser literatura juvenil, de manera que bastante inverosímil.
La ambientación, el escenario en modo playa, arenas, naufragio, cadáver del superviviente con dotes de escritor y otros detalles le dan cierto misterio a este casi cuento de Mikel, en el que Irlanda está presente como referente a sus años de vivencias en la isla.
No puedo decir más, en el fondo podría haber dado para una novela con argumento más sólido, en algunos párrafos he tenido la sensación de que se trataba del esqueleto de una novela que no llegó a serlo y que murió como el náufrago siendo relato. Recomendada si no se tiene nada mejor a mano, aunque curiosamente no me arrepiento de haberla terminado. La última palabra es vuestra
“Pasa mucha gente por nuestras vidas, de algunos de ellos no guardamos apenas nada. Sin embargo, hay otras personas que, lo sepamos o no, nos la  cambian para siempre”.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Piscinas vacías, Laura Ferrero


En las últimas incursiones que hice a las librerías que frecuento, topé con este título tan peculiar que no me dejó indiferente, vamos que me hizo pensar que no hay nada tan inservible como una “piscina vacía”; algo que unido a su particular sinopsis, fue suficiente para ponerlo en la lista de libros a buscar en la biblioteca en el primer domingo que tuviera oportunidad. No siempre están disponibles los pocos ejemplares relativamente modernos que busco, de manera que acabé por adquirirlo en formato digital junto a “¿Qué vas a hacer con el resto de tu vida?, la otra novela de Laura Ferrero, autora desconocida para mí pero que me generó buenas vibraciones. Me alegro de haberlo hecho.
“Quiero contarte una historia de amor, la tuya. Aunque sabrás supongo, que no todas las historias de amor acaban bien.
Los protagonistas de estos relatos no son héroes ni viven situaciones de vida o muerte. Se parecen demasiado a nosotros mismos. Podrían ser nuestros vecinos, nuestros padres, nuestras parejas, nuestros amantes.
Una mujer que no puede dormir y se va al salón a escuchar el zumbido de la televisión. Un padre que sopla las velas ante su hijo, que también es padre. Una chica que le escribe una historia de amor a una niña que no conocerá. Un abuelo que le habla a una fotografía. Un hombre y una mujer que se dicen adiós en una esquina. No se conocen entre ellos pero a todos les ocurren cosas parecidas: la vida, con sus insignificancias pero también con sus grandes preguntas: cómo se enamora uno, por qué el amor que no se gasta se endurece, qué es lo que nos da miedo. Deben elegir entre la vida que tienen y la que imaginan”.
La tarde que abordé la lectura de estos veintiséis relatos, pensé que sería una jornada para abrir y cerrar un libro, para leerlos de principio a fin y me equivoqué rotundamente. Tal vez fueron sus ciento treinta páginas las que me dieron esa sensación, cinco de cada una de ellas para cada historia donde la ambientación, lo contado y sus protagonistas están hilvanados a la perfección, sin costuras ni hilos sueltos. Hoy puedo recomendar desde mi humilde opinión que se lea pausadamente, sin carreras y a ser posible de tarde en tarde como el libro que reposa sin urgencia para ser disfrutado y digerido poco a poco, debido al impacto de las emociones y sentimientos que sin pensarlo se abalanzaron sin aviso sobre mí.
Todos son de una tristeza descarada que permanece inalterable desde el primero hasta el último de ellos. No está sola, el amor aparece en los relatos, lo hace en todas las dimensiones conocidas, se convierte en un protagonista imprescindible y contribuye a la crudeza y realidad de unas historias que son retazos de vida fríos, congelados, donde no hay posibilidad de sorpresas o imprevistos.
Laura se aleja de la estructura tradicional del relato al uso, no busca reflexión ni moraleja, le otorga un papel estelar a los sentimientos y lo hace a través de temas que se repiten en todos y cada uno de ellos; la muerte, la enfermedad, las ausencias, las decisiones, las pérdidas, la familia, la pareja y sus complicadas relaciones…, todo lo que nos rodea en nuestra vida cotidiana y que hace tan compleja y difícil nuestra existencia.
Cuando terminé de leerlos, identifiqué uno de los objetivos de la escritora, generar dudas y preguntas en las que ella no debía intervenir, más bien lo dejaba en nuestras manos y eso me gustó; sus relatos hacen de espejo de muchas vivencias que hemos tenido en primera persona, y nos invita a pensar a cerca de lo inútil de aferrarse a lo que ya “no sirve”; vamos a lo poco rentable que es una “piscina vacía”.
A pesar de lo triste que puedan resultar lo recomiendo de forma dosificada y comparto con vosotros una enseñanza que he sacado, la vida tiene cosas bonitas y está bien que nos repitamos cada dos segundos que es bella, pero la verdad es que ese optimismo impuesto es una dictadura irreal que a veces nos estalla en la cara, un baño de agua helada que nos despierta a la cruda evidencia del día a día, para por suerte, hacernos fuerte y combativos ante la incuestionable realidad.
“Los peores ruidos son los que no se oyen, los que hacen que las cosas desaparezcan sin que sepamos muy bien por qué”.

viernes, 8 de diciembre de 2017

La mujer del camarote 10, Ruth Ware


Este año que se termina, se ha cerrado con autores que irrumpen en el mercado literario con fuerza y la verdad que me han gustado. Son Charlotte Link y Ruth Ware, de ambas he leído dos novelas que sin grandes pretensiones se han sumado a la lista final de un periodo repleto de buenas elecciones y que quiero compartir con vosotros.
“Has sido testigo de un asesinato...y nadie te cree. La invitación a un crucero de lujo, que zarpa de Londres rumbo a los fiordos noruegos, es como un sueño hecho realidad para Laura Blacklock, una joven periodista en horas bajas. Los primeros compases de la travesía discurren conforme a lo previsto: el ambiente del barco es suntuoso, el servicio, de primera categoría, y el pasaje derrocha elegancia, simpatía y dinero. Sin embargo, todo cambia cuando, una noche, un grito aterrador despierta a Laura, quien, estupefacta, observa cómo el cuerpo de una mujer cae al mar desde el compartimento contiguo. Al dar la voz de alarma, la tripulación le asegura que el camarote número 10 siempre ha estado vacío y que no falta ningún pasajero a bordo. Así, con creciente inquietud, Laura comprueba que... nadie le cree. Y lo peor no es que se sienta sola y aislada, sino que una serie de extraños acontecimientos la convencen de que ella puede ser la próxima víctima”.
La verdad que la sinopsis es tan larga que un poco más y desvela el contenido del argumento y hasta el final. Novela al estilo más clásico de thriller psicológico con todos los ingredientes de este género. Una trama bien construida alrededor de un hecho presenciado por una mujer que manifiesta haber sido testigo de una desaparición, un ambiente asfixiante que crea una atmósfera claustrofóbica física y psicológicamente hablando, un barco que contribuye a reducir un espacio ya pequeño en el que veinte pasajeros pueden ser culpables de lo ocurrido en el “camarote 10”, una mujer que decide investigar algo que solo ha visto ella, giros argumentales continuos, tensión, misterio…, no le falta de nada para hacer de este relato una novela entretenida que atrapa por lo asequible de su lenguaje y redacción.
Comienza algo lenta y cuesta engancharse, pero a medida que avanza va ganando en ritmo. La narradora es la redactora de viajes que asume sin duda el protagonismo de la novela, su experiencia se convierte en el eje alrededor del cual gira todo el hilo argumental. Mujer de fragilidad emocional acusada, con hábitos muy cuestionables, es la antihéroe por excelencia, víctima de situaciones de ansiedad que hacen cuestionar su ya escasa credibilidad. Junto a ella una galería de actores que forman el pasaje de este crucero cuya ambientación, es un logro más de esta joven promesa británica de las letras contemporánea.
Buena narración plagada de diálogos, lenguaje ágil y ameno, dividida en ocho partes y capítulos numerados intercalados con mensajes de texto del novio y familiares de Laura, algo que despista al principio y que prefiero no revelar su justificación  y algunos giros sorpresas que la salvan de lo predecible que resulta por momentos y le inyectan un  ritmo que flojea en ocasiones puntuales. No obstante la calidad narrativa es justita, el final muy precipitado y surrealista y hay detalles que no me han parecido justificados en la trama como palabrotas excesivamente ordinarias y momentos de sexo que irrumpen sin aviso ni “venir a cuento”.
Un viaje inaugural de un barco de proporciones diminutas para poner en escena un misterio que me ha recordado a la gran Agatha Crhistie, puede que este detalle sea lo que me permita hacer una reseña buena de “este camarote 10”; yo crecí y me apasioné con la lectura gracias a esta escritora y sus novelas, de manera que reconocer parecidos es inevitable.
Recomendable porque hay que dar oportunidad a esta segunda novela de Ruth Ware, mujer que ha desempeñado tareas tan dispares como camarera, librera, profesora de inglés, todas un paseo de formación hasta llegar a realizar una de las más difíciles que existen, escribir; por ello os animo a leerla para así reconocer que esto de entretener con “negro sobre blanco” es solo privilegio de “unos pocos”. Os gustará.  
“Las peores cosas de nuestra vida suceden siempre sin previo aviso, sin que tengamos tiempo de prepararnos y muchas lo hacen imperceptiblemente”.

domingo, 3 de diciembre de 2017

La mujer de la libreta roja, Antoine Laurain


Pasear entre las estanterías de la biblioteca de mi ciudad, me ofrece en no pocas ocasiones la oportunidad de topar con pequeñas obras de arte que hacen de la lectura un disfrute íntimo y especial. Tener un ratito para este placer es algo que me permito bastante a menudo y más si cada vez que lo hago acabó encontrando relatos como “La mujer de la libreta roja”.
“Sus días de banquero pertenecen al pasado. Ahora, Laurent Letellier es el feliz propietario de una pequeña librería parisina. Cuando una mañana, camino del trabajo, se topa con un bolso de mujer abandonado sobre un cubo de basura, decide llevárselo a la tienda con la noble intención de devolverlo a su dueña. Desaparecidos el billetero y el móvil, su propósito parece casi imposible si no fuera porque, entre diversos objetos femeninos, Laurent encuentra una libreta roja llena de anotaciones, pensamientos y recuerdos. Cediendo a la curiosidad, se sumerge en la jugosa lectura y, como un si de un rompecabezas se tratara, empieza a reconstruir la vida de Laure, amparado por la excusa de hallar alguna pista que le permita localizarla”.
Me gustó la sinopsis, la trama sencilla que describe, el asunto del bolso con objetos que hablaban de toda una desconocida, la intencionalidad sana de Laurent por buscar a su dueña, “la libreta roja” depositaria de los secretos más íntimos de esa extraña y la labor detectivesca que presagiaba la nada desafiante tarea de restituir uno de los objetos más castigados por las mujeres desde el origen de los tiempos modernos.
Hay lecturas hechas para momentos especiales, para tardes acogedoras de lluvias, escasas por cierto, donde un libro de unas ciento cincuenta páginas con pretensiones justitas, van a garantizar unas horas de disfrute para los enamorados de esta pasión por leer. Novela bonita que no es pastelosa, bien escrita, detallista, amena, detectivesca, de narración envolvente como un cálido abrazo que te aporta serenidad y calor. Muy francesa, parisina diría yo, bastante predecible y me atrevería a decir poco original, pero imposible de abandonar cuando te pasea por la ciudad del amor en lo que es sin duda un gran homenaje a unas de las ciudades más bellas de Europa; un París que adquiere rango de personaje a través de esas descripciones y detalles que Antoine Laurain escribe en esta narración, que ya os digo se “lee en una tarde”.
El bolso perdido es el centro de acción que desencadena la trama, pero personalmente yo he disfrutado por el cóctel de emociones que en tan pocas páginas he percibido. Es una historia de amor, relato detectivesco y proyecto de persistencia y desafío de nuestro protagonista principal. Nuestro librero parisino exbanquero, crea a partir de un cuaderno con frases carentes de sentido, un personaje construido por sí mismo del que se enamora, a quien no ha visto nunca y que tiene que encontrar como empresa de vida. Muchas proposiciones que encierran un acto cívico digno de aplaudir, una búsqueda incansable y una no menos preocupante obsesión amorosa.
Narrado en tercera persona, ausencia de diálogos que no se echan de menos en la narración, capítulos muy cortos, giro argumental que sorprende, buen final y continuas alusiones literarias que refuerzan la ambientación de nuestro librero; estos y otras licencias literarias dan forman a una lectura que me ha recordado mucho a la famosa “Amélie” y que no siendo inolvidable, tardaré en olvidar.
Recomendada especialmente para los que como yo tenemos el vicio de escribir en pequeñas libretas que siempre nos acompañan o para las que llevan los bolsos a reventar con objetos que nunca usan y que siempre son imprescindibles, para los que disfrutan de un sillón y un café, para los adictos a los libros y para los que quieren conocer París sin viajar…, os gustará. 
   “A mi modo de ver, una ciudad no es una ciudad sin una librería. Puede llamarse a sí misma ciudad, pero a menos que tenga una librería no engaña a un alma”.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Noticias de la noche, Petros Markaris

Nuevamente Petros Markaris es el autor elegido para ir cerrando un mes de lecturas que ha tenido “de todo un poco”. Tuve la ocasión de conocerlo hace años con “Muerte en Estambul” y este verano con “Liquidación final”; en esta ocasión he recuperado “Noticias de la noche” la primera novela escrita en el año 1995 en la que nos da a conocer al comisario de policía griego Kostas Jaritos, personaje que inaugura una serie de cuatro obras con las que acabaremos familiarizándonos hasta llegar a simpatizar con él, y mira que eso resulta algo imposible.
“Poco después del asesinato de un matrimonio de inmigrantes albaneses, un hombre, también de origen albanés, se confiesa autor del crimen. El caso, en apariencia cerrado, se desvela mucho más sórdido y complejo cuando aparece asesinada Yanna Karayorgui, la periodista especializada en sucesos del Hellas Channel, una de las cadenas de televisión más importantes del país. Jaritos, comisario del departamento de Homicidios de Atenas, recibe el encargo de dirigir la investigación. Genuino antihéroe de novela negra, recurrirá a su intuición, cinismo y experiencia para desentrañar una turbia trama de comercio clandestino, en la que están en juego intereses económicos de importantes organizaciones no solo albanesas, sino también griegas. Y, de paso, tendrá que descubrir al asesino de Yanna Karayorgui”.
Ambientada en Atenas y con personajes de los países colindantes, el autor teje una trama en apariencias compleja pero fácil de seguir, en la que aparecen temas de evidente actualidad a pesar de hacer décadas que la escribió. Sin duda la radiografía de la sociedad griega está bien construida, descrita con agudeza, atreviéndose a dejar plasmada una crítica mordaz sobre los valores en crisis así como la economía, la política, la corrupción y el brutal e impactante papel de los medios de comunicación en la actualidad.
Respecto a estos temas que dan cobertura al argumento, no es la primera vez que aparecen como hilo conductor de novelas de género negro, la trata de blancas, el tráfico de órganos, la inmigración, las bandas organizadas y el crimen de Estado; de manera que no me ha resultado muy original en ese aspecto, tal vez la sencillez y claridad del relato ha hecho la historia llevadera y por supuesto entretenida. Cuenta con un inicio “pegamento”, nos encanta iniciar la lectura con un buen asesinato y un propósito de búsqueda del asesino en cuestión, el ritmo es continúo, la tensión equilibrada, los giros argumentales adecuados y  algo justos, las dosis de intriga bien administradas, hasta los detalles irónicos y humorísticos resultan acertados y recibidos con agrado, con todos los ingredientes de la novela clásica griega.
Tengo que poner algunos “peros”, lo primero que no tiene nada que ver estas novelas mediterráneas con las nórdicas de los autores de los que también soy seguidora, Mankell, Larsson, Mari Jungstedt o Camila Lackberg, se notan rasgos que diferencian a unos de otros por algo más que por las latitudes a las que pertenecen; reconozco que me parecen más intensas las segundas, pero sobre gustos no hay nada escrito. Lo segundo, es el repertorio de nombres propios de la narración, ha sido de enorme dificultad reconocer si eran de hombres o de mujeres y si estos estaban repetidos o eran diferentes, la grafía era tan parecida que me ha supuesto un reto innecesario y cansino. Y la última crítica es para la pobreza de los personajes secundarios, ninguno parece sobresalir ni en cualidades ni en acciones, tratados muy sutilmente dejan bastante que desear, demasiado papel otorgado a Jaritos con el que me ha costado simpatizar, por no decir que creo que no lo he hecho.
Recomendable porque a pesar de ser algo predecible la intriga se mantiene hasta el final, cuenta con buenos diálogos y un lenguaje directo y sencillo, con un trasfondo social al que ya estamos más que acostumbrados y una narración que no me ha aburrido a lo largo de sus más de trescientas páginas. Espero que Petros Markaris sea a partir de ahora uno más de los autores a tener en cuenta entre los maestros del suspense y la intriga.
“La noche sugiere, no enseña. La noche nos encuentra y nos sorprende por su extrañeza; ella libera en nosotros las fuerzas que, durante el día, son dominadas por la razón".