miércoles, 15 de noviembre de 2017

Falcó, Arturo Pérez Reverte

Una portada, que lo primero que me vino a la cabeza fue al mítico acto Humphrey Bogart, con ese sombrero borsalino que no deja ver más que un cigarro y su humareda, junto a los guantes de cuero que nada bueno pueden presagiar de ese personaje acurrucado entre las solapas levantadas de su gabardina, mientras la negra noche sirve de cobijo a los más oscuros vaticinios, se cruzó en mi camino para presentarme la novela de Arturo Pérez Reverte ambientada en la España de 1936 dentro de la Europa convulsa de la primera mitad de siglo XX, y que sin duda responde a un clásico de espías. Decidirme por ella no fue nada fácil, a pesar de la descripción de su portada, ésta no me resultó atrayente, más bien televisiva, de manera que vaya por delante que la decisión estuvo en la trayectoria del escritor, que en líneas generales forma parte de los que habitualmente no me decepcionan, de ahí la oportunidad que le he dado a este James Bond de los barbitúricos y las cafiaspirinas portador del cianuro en pastillas “por si acaso” hay que tomar una “solución final”.
«El mundo de Falcó era otro, y allí los bandos estaban perfectamente definidos: de una parte él, y de la otra todos los demás.»
La Europa turbulenta de los años treinta y cuarenta del siglo XX es el escenario de las andanzas de Lorenzo Falcó, ex contrabandista de armas, espía sin escrúpulos, agente de los servicios de inteligencia. Durante el otoño de 1936, mientras la frontera entre amigos y enemigos se reduce a una línea imprecisa y peligrosa, Falcó recibe el encargo de infiltrarse en una difícil misión que podría cambiar el curso de la historia de España. Un hombre y dos mujeres -los hermanos Montero y Eva Rengel- serán sus compañeros de aventura y tal vez sus víctimas, en un tiempo en el que la vida se escribe a golpe de traiciones y nada es lo que parece.
La novela de nombre propio, hace honor a una narración acaparada por este personaje alrededor del cual gira todo el argumento y sus protagonistas; aún así, he tenido la sensación de no saber demasiado de Falcó, tal vez queda algo cojo para mi gusto. En escasa trescientas páginas de entretenida  lectura, Arturo dibuja un cuadro histórico bien armado gracias a una trama bien trazada y fácil de seguir, conseguida y cerrada, contada muy al estilo “Reverte”, gracias a un narrador omnisciente que a través de una prosa cuidada, buenos diálogos, descripciones minuciosas y artilugios justitos, nos hace llegar una historia de intriga, suspense, tramas de poder, lealtades sospechosas, pasiones desmedidas, mujeres valientes en un marco que nos sitúa en los primeros meses de la Guerra Civil Española y que como curiosidad malsana, este héroe, mercenario y agente secreto de tan sólo 37 años, es todo un “espía” del bando franquista, algo bastante anecdótico tratándose de Pérez Reverte.
A grandes rasgos no me ha decepcionado porque las expectativas creadas se han ajustado al relato, tengo la impresión de que se acerca una saga de espías y aventuras con “nombres propios” y que el amparo comercial está detrás del éxito de esta primera entrega. La historia se salva por la buena redacción de este escritor ya consolidado, por la buena elección del tema, los diálogos bien administrados, la dosificación justa de sexo, violencia, prostitutas y pistolas, las escenas breves y ágiles y por supuesto la división de lo narrado en capítulos, que eso anima mucho a no dejar ciertas lecturas.
Por recomendarla que no quede, pero aviso que el principio engancha, a medida que avanza se mejora, pero el final se desinfla, poniendo en peligro todo lo “currado”, hasta explotar todos los tópicos de un personaje que acaba siendo el antihéroe chulesco, justo lo que me temía en una novela carente de las pretensiones literarias de este autor.
Habrá que leer “Eva” y no negarnos la oportunidad de disfrutar de aventuras de espías de la mano del padre de nuestro Capitán Alatriste.

“La noche, que me espía por el ojo de la cerradura del sueño, gotea estrellas de ruidos inconexos”.

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