domingo, 1 de octubre de 2017

Las defensas, Gabi Martínez

No suelo detenerme en lecturas en las que el tema principal gire alrededor de las enfermedades, por lo general me decanto más por otros géneros que últimamente se han hecho casi imprescindibles; aun así, las excepciones siempre acaban siendo positivas y siguiendo mi instinto creo no haberme equivocado.
Las Defensas, es la primera novela de Gabi Martínez y como es costumbre he mirado su trayectoria literaria, gracias a lo cual he conocido el origen de esta novela basada en hechos reales y que nace a raíz de la proposición de un médico que ofrece al autor la posibilidad de contar su historia, historia que nuestro novelista hace inmediatamente suya.
Ante un ataque de locura violenta, un competente neurólogo es ingresado en un psiquiátrico. Sólo él sabe que su diagnóstico es erróneo. Pero aún no es capaz de imaginar que la misma enfermedad autoinmune a la que ha dedicado obsesivamente su vida lo acecha. Su increíble lucha contra la enfermedad y el estrés corre pareja a la de la historia de este país desde la Transición y a la de uno de los pilares de la democracia española, un sistema sanitario herido hoy por la jerarquía y por una corrupción que castiga o expulsa a quien disiente.
Camilo es el auténtico protagonista de este retrato intimista de un profesional de la medicina que refleja una historia de superación y la capacidad de lucha ante los obstáculos y adversidades más cotidianas de nuestra existencia. En pocas palabras, enfermó de lo mismo que estaba estudiando y a lo que dedicaba la mayor parte de su tiempo y su vida.
Narrada en primera persona, Gabi nos construye una realidad novelada con elementos familiares como el hostigamiento laboral, la destrucción de la autoestima, el fracaso amoroso, la fragilidad familiar, el peso de la burocracia, las injusticias administrativas y los errores de un sistema sanitario deshumanizado. No es una historia de médicos y enfermos, ni una crítica a la sanidad, es el testimonio de un neurólogo que enloqueció y sufrió la incredulidad de sus colegas de profesión a través del acoso laboral y las tensiones que le desencadenaron su ingreso en  un centro de salud mental.
Al principio me resultó algo complicada su lectura, a medida que avanzaba descubrí que la narración se planteaba en tres tiempos, antes de la locura, durante la misma y una vez superada; cada espacio temporal iba acompañado de relatos y vivencias de Camilo y de todo lo que le rodeaba y poco a poco vamos conociendo los desencadenantes de la enfermedad y el desafío continuo ante las presiones sociales, familiares y laborales; siendo el estrés el causante de la ansiedad y frustraciones que confunden brotes de esquizofrenia y bipolaridad con lo que al parecer es una enfermedad autoinmune.
Personalmente he reconocido el retrato de una España de la Transición con todos los rasgos que la definen, no me ha quedado duda de lo estigmatizadas que están las enfermedades mentales y la urgencia por dotarlas de naturalidad para ser tratadas como algo cotidiano y frecuente de la realidad en la que vivimos. Además está claro la rapidez con la que se puede perder la cordura y lo violenta y silenciosa que puede llegar a ser la presión social y el entorno laboral, tanto que la vida pasa a ser una amargura. Que los contratiempos nos acechan y nos obligan a una defensa permanente que nos pone a la defensiva del entorno más próximo. Esto es tanto como decir que es muy fácil volverse loco y más cuando la cobarde comodidad y el mirar hacia otro lado es el modus operandi de la sociedad.
Algunas pegas se le pueden sacar a esta historia en la que el médico se convierte en paciente; demasiado explicado todo, el autor deja poco margen a reflexiones no guiadas por él mismo, algo larga y repetitiva, en ciertos tramos avanza con lentitud y los saltos en el tiempo dificultan el seguimiento de lo narrado. Muchos detalles y bajones que hacen peligrar el terminarla, aunque no es menos cierto que las remontadas valen la pena.
Cuando la lectura es el refugio que muchos utilizamos para vivir en otras realidades, es evidente que de cada realidad ajena extraemos mensajes que no podemos ignorar; de Las Defensas he aprendido que en muchos momentos el cuerpo sufre las envestidas de la mente, que ante estos ataques no estamos preparados, que la incomprensión del entorno se convierte en un arma peligrosa, que poner etiquetas resulta cómodo y útil, y que nos queda mucho camino por recorrer hasta encontrar la fórmula mágica donde la aceptación de estas enfermedades no sea cosas de locos.
Es una novela diferente, real, urbana, y con la presencia de nueve mujeres que encarnan un repertorio de familiares de Camilo que a su vez representan los comportamientos personales que se pueden adoptar ante pacientes como él. Reconozco que me ha costado terminarla pero lo he hecho porque saber que la batalla de este médico derivó en el descubrimiento de una patología hasta ahora desconocida, supone un pequeño agradecimiento personal por mi parte, a la medicina y a la literatura por la generosidad de compartir su experiencia con autor y lectores.
"La fragilidad y la vulnerabilidad de ciertos momentos de nuestra existencia, se convierten sin quererlo en nuestra mayor fortaleza".
"El cuerpo siempre grita lo que la mente calla".

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