jueves, 23 de febrero de 2017

La vida negociable, Luis Landero

        Cuando elijo una novela de Luis Landero, nunca estoy segura si acabaré abrazando al libro o por el contrario “arremetiendo” contra él. Las dos obras que más me han gustado de este paisano son, “Hoy, Júpiter” y “El balcón en invierno”; otras, a pesar de haberlas leído me han quedado sumergidas en un mar de confusión que francamente no acabo de considerarlo un escritor “por el que muera” o “al que mate”. Ya más en serio, después de algo más de trescientas páginas, “La vida negociable” no ha sido lo que esperaba y junto a otras que no voy a nombrar, me ha resultado el “Landero” que no volvería a leer, pero ante esa incertidumbre que rodean sus creaciones nunca acabo por desterrarlo del todo, aunque a mi entender esperaba más.
“Hugo Bayo, peluquero de profesión y genio incomprendido, les cuenta a sus clientes la historia de sus muchas andanzas, desde su adolescencia en un barrio de Madrid hasta el momento actual, ya al filo de los cuarenta, en que sigue buscándole un sentido a la vida. Y así, recordará la relación tormentosa y amoral con su madre, el descubrimiento ambiguo de la amistad y del amor, sus varios oficios y proyectos, sus éxitos y sus fracasos, y su inagotable capacidad para reinventarse y para negociar ventajosamente con su pasado, con su conciencia, con su porvenir, en un intento de encontrar un lugar en el mundo que lo reconcilie finalmente consigo mismo y con los demás”.
El protagonista indiscutible es Hugo, quien nos va narrando en primera persona sus vivencias y la capacidad de sobrevivir y reinventarse al margen de las circunstancias que le rodean. Es sencillamente el relato de un pícaro en los tiempos modernos. Como personaje es de un cinismo que llega a importunar, muy exagerado y las continuas ridiculizaciones que leemos de su persona son demasiado repetitivas. El planteamiento es una conversación de Hugo que mantiene con el lector en tono confesional a modo de testimonio para dar a conocer los entresijos de su propia historia personal, pasajes de una vida que abarcan todo tipo de relaciones de lo más morbosas y extravagantes, de hecho estos modelos de convivencias paterno filiales son frecuentes en las novelas de Luis Landero. Es el viaje de un adolescente hasta la cuarentena, etapa que le sirve de reflexión y balance para lo vivido.
Respecto a la estructura está dividida en varias partes y estas a su vez en capítulos que resultan interminables con un léxico que aturde en muchas ocasiones, tanto detalle y palabrería resulta muy cansinas y  requiere paciencia y relax para no abandonarla. Su narrativa a pesar de mis “pegas” sigue su estilo sencillo y sería muy dura si no dijera que está bien narrada; pero la trama se estanca en marañas y nudos que desesperan mientras lees, porque da vueltas y vueltas sobre lo mismo sin avanzar.
Aunque el personaje central es Hugo, hay que reconocer que los secundarios están bien definidos y representan modelos sociales muy de los tiempos que vivimos; desde luego para mí, Hugo es infumable, es un hombre sin conciencia y la voz otorgada por el autor en muchos momentos de la novela muy cuestionable.
Me tiene desconcertada el poco partido que Landero le ha sacado a la peluquería, un ambiente donde al igual que los bares pasan vidas enteras que puedes desnudar y compartir con el narrador, y sin embargo no ha aprovechado la oportunidad de utilizar ese espacio para enriquecer la novela con una galería de personajes que hubieran suavizado las partes más deplorable de este cínico barato y quejica.
Que nadie espere moraleja de la lectura, no la tiene, más bien he visto dosis de bromas poco acertadas, algo de mala leche y escasas enseñanzas. Poco o más puedo contar, es evidente que no me ha gustado mucho, pero aviso que Luis Landero cuenta con una legión de seguidores a los que les ha parecido una novela entretenida y de mucha calidad literaria; de hecho en los blogs goza de buena crítica, de manera que mi reseña es la forma en la que yo lo he interpretado, leído y el impacto que el personaje ha quedado en mi retina, lo mejor es leerla, especialmente aquello que presuman de tener mucha paciencia.

“No tienes lo que mereces, tienes lo que negocias”.

sábado, 18 de febrero de 2017

Educación siberiana, Nikolái Lilin


        En mis habituales incursiones a los pasillos de la biblioteca de mi localidad, algo que me apasiona y relaja tanto o más que en cualquier librería, encuentro lecturas diferentes que sin tener nada especial a simple vista, acaban provocando una curiosidad imparable acerca de la historia que puedan guardar sus páginas. “Educación siberiana” fue un título que me sonó muy potente, imaginé  los centros de reclutamientos de la Unión Soviética y sus implacables normas bajo un frío “siberiano” al más puro estilo de la antigua y mítica Esparta. Me equivoqué estrepitosamente y tras leer la sinopsis quedé tan impactada por su temática que “se vino conmigo” y después de leerlo reconozco que es unas de los libros más originales y duros que he leído.
“Basada en la experiencia personal del autor, esta novela relata la extraordinaria historia de los urcas, una insólita comunidad de bandidos siberianos que tienen el dudoso honor de ser los únicos oponentes a Stalin que fueron deportados desde Siberia en lugar de hacia Siberia, destino de miles de víctimas del régimen soviético. Los urcas fueron expulsados por el dictador ruso a la Transnistria, una larga franja entre Moldavia y Ucrania, aún hoy una tierra de nadie —en 1990 declaró su independencia, pero ningún estado la reconoce—, asolada por la corrupción, el crimen organizado y el contrabando. Y precisamente allí nació y se crio Nikolái Lilin, en el seno de una gran familia que se enorgullece de no reconocer otra autoridad que la de sus ancianos, obligando a sus miembros a respetar un estricto código de conducta que les permite definirse a sí mismos como «criminales honestos”.
En realidad no es una sola historia la que se narra en esta novela autobiográfica, es el compendio de diversas historias que tienen un protagonista común: “La violencia”, aparece tantas veces y ocupando tantos momentos de estas historias que cobra vida hasta considerarla una forma de comunicación dentro de estos grupos humanos. Siempre está justificada, especialmente cuando se utiliza para defender a los débiles, y a las víctimas de los abusos; un medio de supervivencia que se establece a través de códigos muy estrictos.
Desde las primeras páginas supe que se trataba de un relato cruel y de una dureza extrema, pero no pude abandonarlo porque resultaba muy interesante el tema de las comunidades de criminales que se autodenominaban “honestos”, sus costumbres, tradiciones, creencias, modos de vida y esa ética tan exclusiva que les proporcionaba un sentido de la lealtad y la humildad muy alejado del que tenemos en la actualidad. Al parecer el ambiente de corrupción que se describe en el relato solo es entendible desde su entorno, inaceptable fuera de él.
En trescientas cincuenta y dos páginas las descripciones cortan la respiración, los códigos de violencia utilizados están normalizados e institucionalizados y eso se nos hace llegar con una crueldad vivida por el autor y protagonista de esta “educación siberiana”; sin duda ha querido homenajear a una comunidad que había si sentenciada al olvido.
Narrada en primera persona, dividida en capítulos, ambientes detallados y minuciosamente bien descritos, mención especial a temas muy concretos de estos “urcas” como son el significado de sus tatuajes siberianos, personajes bien trazados, y un final aceptable acorde al relato. No puedo decir que la exposición de las historias sea fácil de seguir, hay mucha desorganización y resulta monótona y difícil  de entender.
Nuestro autor participó en la Guerra de Chechenia, es su primera novela  y en ella se atrevió a criticar a la sociedad rusa, a la comunidad musulmana y a todo lo que representaba un mal recuerdo en su memoria tras su pertenencia a estos grupos que fueron exiliados de la mismísima Siberia. Reconozco que no es la lectura que voy a repetir y que mi recomendación es muy limitada, hay que estar predispuestos y motivados por la curiosidad bañada de “muerte”; en definitiva ha sido como leer un relato de los orígenes y  emergencia de la “mafia” rusa con patrones muy parecido a la italiana, aunque con matices. Fue escrita en italiano y catapultada a la literatura europea a través de Italia, como poco las similitudes son evidentes. No apta para todos los públicos.
"Para proteger a las ovejas hay que cazar al lobo y solo el lobo puede hacerlo".

domingo, 12 de febrero de 2017

El corazón es un cazador solitario, Carson McCullers


Es la segunda novela de Carson McCullers que leo, la primera llevaba el curioso  título de “Reloj sin manecillas” y recuerdo que la forma de escribir de esta escritora me resultó bastante original y curiosa. Su producción literaria ha sido recuperada por Seix Barrall en el 2002, y tras una rentable campaña de promoción, hemos descubierto a una de las grandes representantes de la narrativa americana.
“El corazón es un cazador solitario” fue escrita en 1940, contaba entonces Carson McCullers con veintitrés años y con ella inauguró su prometedora carrera, con un estilo sencillo y claro que la acompañó en toda su producción literaria.
Descubrí esta novela gracias a las recomendaciones de una compañera de trabajo, habiendo leído la anterior no me costó decidirme esperando encontrarme un relato potente e inolvidable. No tengo claro el resumen o sinopsis, cuando investigué acerca de la personalidad de la autora me quedé con algunos datos que posteriormente he creído reconocer en su novela, de manera que no descartó las pinceladas autobiográficas de la misma. A lo largo de casi cuatrocientas páginas, asistimos a una historia que cobra vida en una ciudad con ambiente sureño, protagonizada por cinco personajes solitarios que exponen sus vidas interiores y sus limitaciones para conseguir comunicarse. Todos comparten rasgos de soledad, marginación y rechazo social; y todos se exponen igualmente a la luz del mundo y de cuanto les rodea de forma descarnada, tras un enorme esfuerzo por exteriorizar cualquier emoción o sentimiento.
Resulta una mezcla de realismo y humanidad, con una trama de situaciones que nacen en la más evidente cotidianeidad a través del retrato intimista de personajes humildes pero con altas dosis de dignidad. Sin duda lo más llamativo es la arquitectura de cada personaje realizado con esmero e inteligencia. Lo variopinto de esta galería abarca desde un médico de color, un sordomudo, el borracho, el dueño del bar hasta la adolescente que encarna las cuestiones de problemática de género de máxima actualidad. Cada uno de ellos representa un valor diferente, pero sin duda es el exponente de una oda a la amistad sin condiciones. Es Singer, el sordomudo el que paradójicamente hace de nexo en un relato donde las barreras de la incomunicación son todo un desafío.
Recomiendo su lectura aunque reconozco que el ritmo es algo lento, pero igualmente descubres que sus temas de fondo son atemporales, no caducan, suceden en los años cuarenta y no han perdido actualidad. Escrita con simpleza y vocabulario asequible y sencillo, sin duda una historia de vidas ajenas bien contada, profunda y emotiva.  

“La fuerza de un guerrero depende del tamaño de su corazón”.

lunes, 6 de febrero de 2017

Suerte maldita, Danny Miller

Aunque es uno de los géneros que más leo últimamente y no es mi favorito, sin duda me entretiene y apasiona un libro bien escrito y con tirón. Danny Miller nos presenta un relato ambientado en los clubs exclusivos de alto nivel y público selecto del Londres de los años 60, y de manera paralela el mundo afroamericano de los seguidores de la mítica figura de Malcom X.
Dentro de la novela contemporánea, despliega todos los recursos estilísticos para confeccionar un trhiller policiaco con buen ritmo y acción continua.
Ya era oficial: había entrado en zona de mala suerte y tenía pocas posibilidades de salir de ahí. Los hay que creen que ganar o perder en el póquer tiene poco que ver con la suerte, que es todo cuestión de talento. Y una y otra vez se viene a demostrar que están equivocados. Porque la suerte tiene mucho que ver con todo en esta vida. Sobre todo cuando se trata de morir.
Pese a las apariencias, en el Londres de los locos años sesenta las barreras sociales no han desaparecido por completo: los amos de las finanzas siguen reuniéndose en torno a las mesas de juego del selecto club Montcler, en Berkeley Square, mientras que el pueblo abarrota las salas clandestinas de ska y los tugurios de Notting Hill. Dentro del amplio espectro que separa a la alta sociedad de los bajos fondos londinenses, el detective Vince Treadwell deberá investigar el asesinato de una joven de color en Basing Street y del noble Johnny Beresford en el exclusivo barrio de Belgravia. A medida que el detective va sacando a la luz oscuros secretos, se verá inmerso en un mundo de violencia donde criminales y aristócratas conviven con naturalidad, y en el que nadie resulta ser del todo inocente.
Con un número de páginas muy moderado, el autor de “Besos malditos”, vuelve con el incorrupto e impecable detective Vince, a quien le agencia la tarea de descubrir dos asesinatos aparentemente aislados y que sin querer acaban relacionándose en un argumento sencillo y bien construido. Me ha gustado porque siempre pasa algo, la historia no se encalla, el repertorio de crímenes, violencia y disturbios, amenizan un misterio a resolver, plagado de conspiraciones, policías corruptos, conflictos raciales y vicios explícitos en lo más selecto de la sociedad londinense.
La estructura argumental, el lenguaje y el final muy ajustado a la lógica, no deja lugar a dudas a la recomendación de esta novela, que siendo muy de policías buenos y malos, se sale de lo común, motivo suficiente para no dejarla pasar.

Nunca sabes cuan fuerte eres hasta que ser fuerte es la única elección que tienes, y cuando eso sucede, eres intocable”.

sábado, 4 de febrero de 2017

Las voces bajas, Manuel Rivas

Toca comentar una obra escrita de manera autobiográfica por Manuel Rivas, el autor del “Lápiz del carpintero” y “Los libros arden mal” entre otras muchas producciones; en esta ocasión nos ofrece el desmenuzamiento de sus recuerdos desde la infancia a la madurez, y lo hace echando mano de la imaginación y gracias a una memoria sin límites.
“Las voces bajas es la novela de la vida. Son las voces de los niños, las mujeres que hablan solas, los emigrantes, los muertos, los animales... Las voces de los que no quieren dominar y se alimentan de palabras y cuentos.» Desde la primera página, late algo singular en Las voces bajas. Escrita al modo de una autobiografía, todo parece verdad y todo, imaginación. Es el efecto de una novela de la memoria encendida. El libro arranca en una geografía real donde la mirada de la infancia va descubriendo, con una mezcla de miedo, estupor y maravilla, lo que de extraordinario hay en la existencia de la gente corriente. Con el hilo conductor de María, la hermana mayor, magnética, la muchacha anarquista que siempre abría camino, esta novela es una construcción de humor y dolor, donde las palabras pelean y se abrazan con la vida. Al leer esta obra, un ojo llora y otro ríe. «No sabemos bien lo que la literatura es, pero sí que detectamos la boca de la literatura. Tiene la forma de un rumor. De un murmullo. Puede ser escandalosa, incontinente, enigmática, malhablada, balbuciente. Yo conocí muy pronto esa boca. En aquel momento era, ni más ni menos, la boca de mi madre hablando sola”.
El resultado es un diario sentimental con una prosa muy de su estilo que acaba derivando en un retrato humano. Mezcla de risa y llanto, con cierto humor, narrada en primera persona por el autor y contada en “voz baja” por su madre. Son veintidós capítulos de duración breve, con títulos que nos  ponen en antecedente de su contenido, recreados en Galicia nos va narrando sus vivencias en aquellos tiempos difíciles de la Posguerra y el Franquismo, con enormes dosis de nostalgia y “morriña” por las costumbres y lo que para Manuel es lo puramente tradicional.
Estructura muy simple que se mantiene en las doscientas páginas de hechos y acontecimientos que acaban siendo la historia de supervivencia de su madre y de su entorno. Escrita en gallego y traducida con posterioridad. Es un buen estudio de Galicia y hay muchas vivencias que no le he encontrado sentido, tengo la sensación de que son momentos fácilmente reconocibles por quienes le conocen, de ahí las barreras de los relatos autobiográficos, nos quedan “fuera de juego”.
Reconozco que “El lápiz del carpintero” me enamoró y a pesar de lo caótico del planteamiento de estas memorias, me gusta que no lleve un orden rígido y que cuente lo que ocurrió tal como la mente lo selecciona; pero sin duda me quedo con ese carpintero con el lápiz en la oreja, una joya del Rivas.
Recomendada pero con reticencias. Probad y lo sabréis.

“No te voy a mentir diciendo que todo esto va a mejorar, porque se va a poner peor antes de que mejore”.

miércoles, 1 de febrero de 2017

La vida mientras tanto, Carmen Amoraga

Es la tercera novela que tengo la oportunidad de leer de esta escritora valenciana; en las dos ocasiones anteriores quedé encantada con su narrativa, tanto que he tomado la decisión de leer “El tiempo mientras tanto”, y esto es así porque me frenaba mucho su etiqueta de finalista del Planeta, al que siempre estoy cuestionando por las decepciones literarias que suponen, y además por la sinopsis tan desgarradora que aparece en la contraportada. Sin perder la confianza en la autora lo he leído y con ciertos matices reconozco que me ha gustado.
Son muchas las mujeres que esperan vivir una vida de novela: la que se casa aunque sueña con reencontrarse con el amor de su vida al doblar la esquina; la niña que crece esperando que su vecino se fije en ella, y la convencida de que su conquista cruzará un océano para buscarla. Ésta es la novela de María José, que sufre un accidente justo cuando ha recuperado el control de su vida. Y la novela de su madre, tan parecidas sin quererlo. Y también la de Marga, su amiga, que sueña por las dos. Y la de Fermín, Paco y Joaquín. Sólo una mirada desde la distancia los ayuda a recomponer su propio mapa vital.
Primera recomendación, alejarse de esta novela si el estado de ánimo es de “bajón” o se está pasando por algún momento “chungo”, totalmente desaconsejada. El argumento se acepta solo cuando uno goza de una estabilidad emocional pletórica, momentos de esos que cada vez son menos pero que aún tenemos, a mi me ha recordado a “Paula”, el relato de Isabel Allende escrito cuando su hija estuvo en coma, aquí los paralelismos son calcados; Pilar tiene a su hija María José en idénticas circunstancias y muchos de los fragmentos de la obra son prácticamente iguales. Ambas mujeres y el entorno se enfrentan a un desenlace a modo de catarsis que evidencia el sufrimiento ante la pérdida de un ser querido.
En trescientas páginas, esta finalista del 2010 nos cuenta una historia triste, agridulce, emotiva, que nos pone frente a los temores y miedos más profundos, es un relato de personas unidas por lazos familiares o vínculos de amistad que evidencian lo poco que saben los unos de los otros. Un repertorio de recuerdos, pensamientos, secretos y confesiones por parte de los personajes, conducen al lector y a ellos mismos a la reflexión capital de nuestra existencia; hay que vivir y aprovechar la vida, esa, que cuando tenemos oportunidad ni siquiera sentimos como nuestra.
Desde el punto de vista narrativo su estructura es buena, bien engarzados los acontecimientos, no hay saltos y su lectura resulta muy fácil y asequible; podría entrar en el modelo de novela coral, aunque tres personajes llevan la carga de la historia, existe una galería de personajes que se pasea de visita por el hospital y desde su interior van exteriorizando sentimientos que contribuyen a la construcción de tan peculiar argumento. Todos son reales, a todos les acompañan experiencias dolorosas y todos aprovechan sus conversaciones para manifestar sus frustraciones e infelicidades, sin dejar de evocar el deseo de vidas que no tuvieron.
Carmen Amoraga ambienta “La vida mientras tanto” en Valencia, su ciudad natal y aunque los escenarios son muy limitados las referencias son abundantes. Desde mi humilde opinión la calidad literaria es inferior a “El rayo dormido” y “La vida era eso”, puede que  la trama, ausente en un hilo argumental tan cerrado tenga algo que ver; ahora bien entre cada una de sus líneas se deja sentir esa exaltación por la vida y la alegría y buenos toques de atención para que nos planteemos nuestra material existencia y el paso del tiempo que parece que “no va con nosotros”.
Recomendada porque los relatos tristes son un reflejo más de lo cotidiano, nadie vive en el engaño de una vida feliz y plena, verlo escrito no debe de suponer un reto, pero sobre gustos y deseos puedo entender que la lectura sea un refugio para huir del día a día más duro y por lo tanto decantarse por todo lo contrario a la tristeza. Elegid un buen momento y os gustará.
"Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen".