miércoles, 18 de enero de 2017

La mitad de la verdad, Zygmunt Miloszewski

Nuevamente me asomo al blog con Zygmunt Miloszewski, el fiscal Szacki aparece con la misma garra y buen hacer que en “El caso Telak”, incluso me atrevería a decir que me ha gustado más, tal vez porque la forma de narrar de este joven escritor polaco me resulta emocionante y satisfactoria.
Sin duda es el representante de la novela negra en Polonia y he de confesar que me recuerda a Pierre Lamaitre, con esos guiones impecables, bien construidos que proporcionan una lectura ágil, ligera y cargada de ritmo y tensión desde el inicio hasta el final.
Pronto dará comienzo la primavera en Sandomierz, la pequeña y pintoresca ciudad de provincias donde el fiscal Teodor Szacki ha decidido trasladarse para dar un vuelco a su fulgurante carrera en Varsovia, y después de poner punto final a su matrimonio. Szacki ansía una nueva vida, aunque se aburre y echa de menos la acción de su antiguo puesto. Sus días de aparente placidez se verán interrumpidos por un nuevo caso de asesinato: el cuerpo de una mujer desangrada de acuerdo con los ritos de sacrificio judíos ha sido hallado delante de la sinagoga. Cuando el marido de la víctima corre la misma suerte, los vecinos reviven temores de hace décadas. Frente a un aumento sin precedentes de antisemitismo, Szacki tendrá que ahondar en un pasado con ecos dolorosos para encontrar la verdad de una historia que despierta demasiadas pasiones.
Lo mejor de la novela es que desde el principio están ocurriendo situaciones que crean expectación y no deja este planteamiento en ningún momento, la sorpresa dota al argumento de atención y por tanto engancha sin necesidad de esfuerzo. Al igual que su primera novela, esta segunda de la trilogía de Miloszewski, está ambientada en Polonia, en un marco rural donde se nos muestra la cara más oculta y profunda de este país y su sociedad. Es habitual recurrir a lugares reales para narrar novelas ficticias. Si tuviera que destacar el tema estrella sin duda la xenofobia y el antisemitismo se llevarían el premio, pero es cierto que nos evoca el pasado comunista de la Europa del Este y en concreto de las relaciones entre polacos y judíos antes, durante y tras la Segunda Guerra Mundial.
Son novelas donde la trama tiene un peso brutal pero sin duda alguna el personaje del fiscal treintañero, separado y con escasas habilidades sociales, acapara el encanto de la narración.
Buenos diálogos, desarrollo de subtramas paralelas que sirven para abordar temas o cuestiones relevantes a nivel histórico, las rencillas, la venganza, las cuentas pendientes entre una sociedad marcada por el peso de la Historia..
Al principio hice referencia al maestro de la novela negra francesa, Pierre Lamaitre y ahora no quiero dejar pasar la ocasión para nombrar a Henri Mankell, por las innumerables referencias al mismo.
Prefiero no contar nada más de “La mitad de la verdad” decir que su lectura es independiente de “El caso Telak”, que las dos son muy recomendables para los amantes de este género, que a pesar de la crudeza de ciertos párrafos, el humor aparece de manera elegante y bien dosificado y que como bien dice el título, la verdad puede estar dividida en mitades, nada es nunca lo que parece..., os gustará. 
Nadie cuenta nunca la verdad absoluta, se cuentan realidades que inventan o maquillan lo que se vive, para hacerlo más interesante y llevadera”.

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