lunes, 25 de julio de 2016

La lluvia antes de caer, Jonathan Coe

La mayoría de las veces las portadas y hasta la editorial son las causas que me hacen detenerme en un libro. Para nada me sonaba este autor, de manera que esas dos razones y una sinopsis no demasiado original, fueron suficientes para decidirme por su lectura.  
Rosamond ha muerto. Tras el entierro, el testamento, su herencia deberá repartirse a partes iguales entre tres herederos, Gill y David, los hijos de su hermana, e Imogen, una casi desconocida, que Gill vio una vez, hace más de veinte años, en una reunión familiar. Era una niña rubia y ciega de siete años, extraña y encantadora, que sedujo a todos los invitados. Gill encuentra varias cintas de cassette que Rosamond ha grabado y una nota donde le dice que las cintas son para Imogen, y si no la encuentra, que las escuche ella. Tras buscar sin éxito a la elusiva joven, Gill y sus dos hijas vuelven a oír la voz de Rosamond que, apoyándose en la minuciosa descripción de veinte fotografías, cuenta una historia de madres e hijas que va desde los años cuarenta hasta el presente.
Este argumento en manos de cualquier otro escritor daría para un novelón interminable, en favor de Jonathan Coe, las adecuadas doscientas cincuenta páginas, justas y bien aprovechadas. Sin duda una novela femenina hecha de mujeres por y para ellas, aparecen hombres, pero son de “relleno”; la esencia del relato es la vida de Rosamond y su familia; vida que se va desvelando como un  rompecabezas gracias al contenido de los cassettes y las fotografías que la difunta ha quedado en herencia. Sigue el género epistolar, las explicaciones de las fotos y las audiciones de las grabaciones así lo certifican. No hay que olvidar que la destinataria es una persona invidente, de ahí lo visual y atractivo del relato.
El planteamiento de la trama no es muy original, ya he leído estos modelos de historias donde los recuerdos se van recuperando a través de las fotografías, testigos mudos y eternos de nuestro pasado. Ahora bien, la forma cuidada en la que este escritor inglés cuenta la vida de toda una saga familiar, sí me ha gustado y enganchado por lo emotivo y por la sensibilidad de una prosa tan elegante. El motor de la narración son siempre las fotos y los audios, el contenido de las mismas, las desgracias, los amores, las tragedias…, en definitiva un balance entre los que formaron parte de la vida de Rosamond.
Estructura narrativa muy buena, dividida en capítulos, veinte cintas que equivalen a veinte historias independientes, con buen ritmo aunque el inicio me resultó algo lento, así como descripciones muy extensas solo justificables por el hecho de estar destinadas a la niña ciega. El hilo conductor de esta original herencia está presente en todo el relato.
Respecto a los personajes, todos están minuciosamente construidos, son arquetipos que aportan datos acerca de ellos mismos, cada uno con personalidad propia, y es esa consistencia la que hace de la novela una historia con mezcla de dureza y de humor hábilmente dosificado, contribuyendo a la arquitectura de esta obra de tres generaciones de mujeres que se descubren entorno a un original legado.
Recomendada sin desanimarse en las veinte primeras páginas, invita a la reflexión, nos brinda la oportunidad de un viaje en el tiempo y conocer años de grandes acontecimientos sociales, políticos y económicos que marcaron generaciones enteras. Para mi cuenta con lo esencial y como gusta decir “una historia bien contada”.

“Dicen que un instante y la eternidad se confunden cuando experimentas una emoción intensa”.

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