miércoles, 10 de febrero de 2016

Rosy y Jhon, Pierre Lemaitre

Aquí os dejo la tercera entrega de Pierre Lemaitre, después de sus antecesoras, “Iréne” y “Alex”. Sin duda es de los escritores de novela negra que goza de reconocimiento mundial y en su país ha sido merecedor de imnumerables premios por una intensa producción literaria; muchas de las cuales ya las he comentado por mi gusto hacia su exquisita forma de escribir.
Representante de la novela negra europea y galardonado con el Premio Goncourt de las letras francesa por su obra “Nos vemos allá arriba”, Pierre es el padre literario del comandante Camille Verhoeven, el policía de talla reducida y corazón dilatado, que destaca por sus dotes de investigador y por sus cualidades humanas; una vez más aparece en una corta pero intensa novela que sigue el modelo al que nos tiene acostumbrado Lamaitre.
Jean Garnier es un joven solitario que lo ha perdido todo: su trabajo, tras la muerte misteriosa de su jefe; su novia, en un extraño accidente, y Rosie, su madre y principal apoyo, que ha sido encarcelada. Para dar rienda suelta a su dolor, planea hacer explotar siete obuses, uno por día, en distintos puntos de la geografía francesa.
Después del primer estallido se entrega a la policía. Su única condición para evitar la catástrofe es la liberación de su madre. El comisario Verhoeven se encuentra ante un gran dilema: ¿es Jean un lunático con delirios de grandeza o una verdadera amenaza para todo el país?”
Sin apartarse de su estilo, con este argumento se desata una narración dinámica, emocionante que engancha desde el principio hasta el final. Su ritmo es trepidante, frenético y cardíaco, puramente suyo. Las tres novelas que se pueden leer aisladamente, son un bloque perfectamente construido y orquestado, con multitud de sensaciones y que en esta ocasión, en escasas cien páginas, lo convierte en un relato de acción e intriga, cuyo personaje central, además de nuestro inspector, es el lunático Garnier, que es presentado a lo grande desde el principio de la narración, para que los lectores nos enfrentemos con sus actos y descifremos la personalidad de este perturbado.
Trama lineal y cronológica, cargada de información dosificada, en la que vamos descubriendo la actitud revanchista del terrorista. El elemento que más original me ha resultado en esta ocasión, es la sucesión de escenas que van marcadas por horas y días, esclavizando el tiempo en un ritmo contrarreloj que dicta el donde y el cuando explotarán los artefactos y la celeridad que provoca la actuación de Camille y su equipo; la tiranía de ese recurso es la que ha proporcionado ritmo y potencia a este relato que se lee de “una sentada”.
Nada más que no haya dicho ya en otros comentarios de Pierre y sus novelas, entretenida hasta las entrañas, intensa e inolvidable.
El encuentro fortuito da a veces un vuelco completo a tu vida y las cosas decisivas ocurren siempre en décimas de segundo”.

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