lunes, 23 de noviembre de 2015

La isla de Alice, Daniel Sánchez Arévalo

Hacia mucho tiempo que yo no me equivocaba tan estrepitosamente con la elección de una novela; bien, pues en esta ocasión, he dado de pleno en el “chasco” más monumental “del mundo mundial”. Yo quiero descargar mi culpa diciendo que una portada tan actrativa me sedujo tanto, que caí como una “pardilla” ante una sinopsis que no parecía mala, pero que ha resultado como historia ser catastrófica.
Con esto habré desganado a cualquiera que tuviera intención de leerla, lo que realmente pretendo es que nadie haga un gasto que pueda evitarse,por otra parte, si alguien quiere corroborar mi desaliento, se la presto y al menos así la amortizo.
Ahora, otorgándole esa oportunidad de la que yo siempre presumo, voy a comentar las impresiones que me ha causado este finalista del Premio Planeta, siempre con la gran incógnita de saber quiénes fallan estos galardones para darles mis más “sentidas” felicitaciones.
Daniel Sánchez Arévalo, es el padre de la criatura, él es la pluma que ha escrito más de seiscientas páginas de una historia rocambolesca, de personajes insostenibles, de trama inexistente, con descripciones agotadoras, de estilo flojo, calidad narrativa nula y con invitaciones a reflexiones muy difíciles de compartir. Con todo esto me atrevo a decir que puede ser un éxito televisivo por allí por Venezuela o en el mejor de los casos por los Estados Unidos; que digo yo, que siendo español Daniel, ya podía haber escrito sobre un barrio de Granada y no un relato que me recuerda a una mezcla de “Mujeres desesperadas” y “Los ricos también lloran”.
Cuando Chris muere en un accidente de coche sospechosamente lejos de donde debía estar, la vida de su mujer, Alice, con una niña de seis años y otra en camino, se desmorona. Incapaz de asumir la pérdida y con el temor de que tal vez su relación perfecta haya sido una mentira, se obsesiona con descubrir de dónde venía Chris y qué secreto escondía. Reconstruye el último viaje de su marido con la ayuda de las cámaras de seguridad de los establecimientos por donde este había pasado, hasta llegar al epicentro del misterio: Robin Island, en Cape Cod, Massachusetts, una pequeña y, solo en apariencia, apacible isla que modificará profundamente a Alice mientras busca respuesta a la pregunta: 
¿Qué hacía Chris en la isla? .
Esa es nada más y nada menos que la sinopsis de la novela, como veréis están de moda las islas y en especial en América. Protagonista principal, la viuda Alice, pero que nadie se angustie porque afronta su desgracia con un desparpajo y soltura que no es muy propia de estas latitudes; muy a lo americano... junto a ella, van apareciendo tal cantidad de personajes que se convierte en un desfile de todo tipo de residentes de esa extraña y pintoresca isla con nombre de televisión rancia y trasnochada. Ninguno se salva de mi látigo, a cual de todos menos creíbles e inconsistentes. A todos los pone a funcionar nuestro escritor en un argumento que es mezcla de viaje emocional, thriller sin sustancia, intentos de superación personal y misterios que buscas hasta la saciedad y que no encuentras por parte alguna.
Es cierto que las diez primeras páginas te emocionan porque yo quería saber más de Chris y para darle emoción dudé del accidente, de la muerte, de la viuda y hasta del premio al autor..., en serio, desistí de buscar en la novela lo que acabé comprobando que no existía. Confieso que la terminé saltando las páginas sin más.
Siempre me asalta la pena al pensar cuantas novelas bien escritas se quedarán sin reconocimiento y sin embargo, el auténtico misterio de “La isla de Alice” es no solo haber llegado hasta aquí, sino que lectores confiados como yo sigamos cayendo en la trampa de “los premios” literarios.
Siento enormemente esta reseña, también lamento los seis años que ha invertido Daniel en este proyecto y sobretodo me apena invertir veintidós euros y no haberlos podido disfrutar. Siempre intento ver lo bueno de las lecturas que elijo, en este caso, escuché una entrevista con el autor y casi que me quedé con más confusión de la que ya tenía; solo puedo decir que no le salva ni las escenas de cama que tiene a lo “Sombra de Grey”.
Como cierre, deciros que esto no es nada más que mi opinión que por desgracia ya he oído a otros lectores, pero la última palabra la tenéis vosotros.
Menos mal que Sánchez Arévalo no tiene acceso a mi blog... en compensación le deseo que sea un éxito económico, para él y para la editorial; a mi no me queda nada mal en la estantería, al menos la presentación ha sido un acierto.

Nuestro destino de viaje nunca es un lugar,es más bien una nueva forma de ver las cosas”.

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