martes, 22 de septiembre de 2015

El lugar sin culpa, Jose Mª Merino


Los meses de septiembre son muy ajetreados en mi vida, es por ello que mi hábito de lectura se resiente hasta el extremo de buscar novelas cortas que me permitan mantener el ritmo habitual al que estoy acostumbrada; cuento esto para justificar la elección de “El lugar sin culpa”, que no siendo inolvidable, se ajusta muy bien a lo contado en líneas anteriores.
José Mª Merino, es un autor desconocido para mi, me atrajo la portada relajante, el número de páginas y por supuesto el argumento, las tres razones me convencieron para leerla y las tres fueron acertadas.
Al parecer, según he leído en la biografía de Jose Mª, es normal elegir para sus relatos parajes solitarios o como en este caso una isla apartada que permita a sus protagonistas “encontrarse a sí mismos”.
Una bióloga, para alejarse de un doloroso drama familiar, elige como destino profesional un laboratorio situado en una isla casi deshabitada, un «espacio protegido», donde el transcurrir del tiempo se ajusta mucho más al ritmo de la naturaleza virgen que al de los pocos seres humanos que habitan en ella, y donde parece posible que la memoria personal pueda ser anulada. Sin embargo, la llegada a la isla de un barco con el cuerpo ahogado de una joven devolverá a la protagonista la conciencia de la realidad humana y temporal a la que, a pesar de todo, pertenece”.
Sin duda la protagonista es la doctora Gracia, pero junto a ella, aparecerán poco a poco un repertorio de habitantes muy variopintos que acarrean sus propias historias personales; todos tienen en común el factor de la “huída” de algo que desean dejar atrás, infortunios variados que han provocado el abandono de sus vidas anteriores.
La isla está situada en el Mediterráneo, Baleares, es el marco en el que se ambienta este relato de lenguaje sencillo, con un trasfondo de naturaleza que roza lo paradisiaco; un escenario que hará de refugio a todos los que quieren mantener a distancia a la infelicidad que ha provocado su arribada a esa “isla” al alcance de cualquiera.
Tal como cuenta el argumento, la paz ansiada se ve alterada por la aparición de un cadáver de mujer y la realidad estalla brutalmente ante la posibilidad de que dicha mujer tenga relación con nuestra aisla doctora. No quiero desvelar más porque rompería lo poco de misterio que tiene la novela.
Sin duda se nos invita a reflexionar con las cuestiones vitales a la que nos enfrentamos continúamente; la superación del pasado, lo efimero de la felicidad, la perseverancia en esquivar los problemas, el aislamiento como refugio del dolor...
Narrada en tercera persona, con una mezcla continúa del pasado y el presente, dividida en capítulos y con la curiosidad de contar lo sucedido en tan solo dos días. El autor es muy sobrio en la construcción literaria, su brevedad y originalidad no permite juegos, va a lo hecho, para nada utiliza artificios, excesivamente limpia y sencilla. Me ha llamado la atención la ausencia de nombres propios, solamente conocemos el apellido de la doctora, el resto es anonimato asociado a profesiones, es lo único que distingue a los personajes unos de otros.
Me ha parecido entretenida y hace pensar que a veces es urgente aislarse física y mentalmente porque las circunstancias así lo imponen, pero no es necesario una isla, se puede hacer en cualquier espacio que responda a los propósitos de servir de refugio a la desolación que nos inunda. La realidad puede convertirse en un monstruo asfixiante y “evaporarse” es la solución..., pero hay que regresar, esa misma realidad es paciente y nos espera, somos nosotros los que hemos de cambiar para volver a ser parte de ella.
Bueno, queda aconsejada esta novela que no es dramática sino extraña, pero aceptable hasta que contemos, al menos yo, con más tiempo para otras de más “enjundía”.

El alma desordenada lleva en su culpa la pena”.
El resentimiento, la crítica, la culpa y el miedo aparecen cuando culpamos a los demás y no asumimos la responsabilidad de nuestras propias experiencias”.

martes, 15 de septiembre de 2015

LLámamae por mi nombre, André Aciman

Las novelas con argumentos que hablan del verano, te invitan a escogerlas por empatía con la estación del año en la que más leo; tal fue el caso de “Llámame por mi nombre”, nunca me hubiera detenido en este tipo de relato cuya portada esconde el rostro de un hombre que a priori no me sugería absolutamente nada.
André Aciman, es un escritor desconocido para mi, por lo tanto mi reseña no puedo hacerla comparándola con algunas de sus otras obras, si que es cierto que me ha gustado como escribe y que no descarto la posibilidad de leer algo más en fechas venideras.
La novela se desarrolla en Italia durante los años 80, los acontecimientos que se describen son las vivencias de esos momentos de tranquilidad y ocio que tanto se disfrutan en el Mediterráneo; el mar, el calor, los acantilados, las siestas, las piscinas y como no, los deseos y despertares de instintos irrefrenables.
Llámame por tu nombre cuenta la historia de Elio, el hijo mejor de una familia de intelectuales de un pequeño pueblo de Italia que cada verano acoge estudiantes. Los últimos ganan un techo, la familia, alguien que ayude al padre con los papeles. Aquel año el huésped es Oliver, el chico de 22 años. El libro es la historia de amor que surge entre ambos. Y lo hace con una delicadeza y una inteligencia que puede desarmar, incluso, a todo aquel que no cree que dos personas del mismo sexo puedan enamorarse”.
Uno de los temas más trabajados en la literatura universal, son los amores prohíbidos, esos no tienen edad ni conocen de tiempos pasados o presentes, no caducan, de una manera u otra siempre han sido el tema principal de grandes novelas. En esta ocasión, André ha contado una breve pero intensa relación entre dos personas, dos seres que se cruzan y se enamoran, así de sencilla es la ecuación del amor. Lo hace con elegancia y ternura, ejecuta una descripción del enamoramiento con una melancolía y simpleza que seguro resulta del agrado de un público muy concreto, aunque no quiero decir con ello que no sea para apta para todos los lectores.
El escritor egipcio narra de forma intensa y profunda y para ello utiliza la primera persona, lo que dota al relato de más intensidad y lo hace hondo e intimista. Utiliza continuamente frases cortas e hirientes, con una carga de mensajes emocionales que no pasan desapercibidos a lo largo de la lectura.
En tan solo seis semanas quedan encerrados los sentimientos y la experiencia de ambos protagonistas, sabiendo que su historia de amor cuenta con un final que pondrá el tiempo y el propio autor.
Me ha gustado en general, pero en particular tiene tramos muy densos que frenan el avance de los hechos ralentizando la narración, parece avanzar poco, demasiado poco en momentos donde se despierta la curiosidad por saber más...
Quiero aplaudir las numerosas citas y guiños literarios que hace a filósofos y pintores y a todo un mundo lleno de calidez y serenidad. Lo recomiendo porque no estresa sino todo lo contrario, ayuda a sumergirse en esa sedación que acompaña a las calurosas y largas tardes de verano.

El amor es el único lugar al que vale la pena volver tras el paso de los años”.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, Albert Espinosa

Si yo llego a saber que era tan malo...”, pues no me lo leo; es una lástima pero es así como lo digo. Lo mejor es sin duda el título, me recuerda a esa canción de los Panchos, ese bolero que por amor decía se estaba dispuesto a dejarlo todo, si alguien lo requería. Ya en serio, no es la primera vez que leo a Albert Espinosa, por eso no dudé en un momento que me quedé sin lectura, leer esta breve historia que parecía prometía, desde luego el argumento animaba a no despreciarla sin más; pero no siempre se acierta y este es uno de esos casos.
Lo tenía en digital y de ahí la misión que desempeñó para mí, respondió a una necesidad y poco más, siempre sin olvidar que el hecho de leer es un acto generoso digno de tener en cuenta y por eso lo reseño.
Dani se dedica a buscar niños desaparecidos. En el mismo instante en que su pareja hace las maletas para abandonarle, recibe la llamada de teléfono de un padre que, desesperado, le pide ayuda. El caso le conducirá a Capri, lugar en que afloraran recuerdos de su niñez y de los dos personajes que marcaron su vida: el señor Martín y George. El reencuentro con el pasado llevará a Dani a reflexionar sobre su vida, sobre la historia de amor con su pareja y sobre las cosas que realmente importan”.
La historia es simple, carente de emociones, llega a tener estructura de cuento infantil; dividido en capítulos, lleno de saltos temporales, lectura fluida y sencilla, ligera sin empacho, pero sin capacidad para enganchar y para nada crear emoción o suspense; quiero con esto aclarar que no es una novela policíaca, aunque pueda parecerlo por su argumento, yo diría que es de autoestima más bien y esas a mi, si que me van poco, ya me ayudo yo sola.
Poco más puedo deciros, Dani es la piedra angular de la trama y es flojo en calidad literaria, tanto que me apuraría a decir, mediocre. La elección está justificada en líneas anteriores, el autor me pareció una garantía y las escasas doscientas páginas un acierto por si no resultaba brillante, tal que así ha sido.
Bueno, reseñado queda y si sufrís una urgencia de difícil solución, le dais una oportunidad que nunca está de más.

Cuando crees que conoces todas las respuestas, llega el universo y te cambia todas las preguntas”.

Cuando llevas años aceptando que tu vida es lo que te pasa y no lo que originas... Pues lamentablemente, te acabas acostumbrando”.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Una casa llena de palabras, Eleanor Brown

Irresistible portada y título para quienes amamos la lectura. Con esto no quiero decir que sea lo mejor de la novela de Eleanor Brown, pero una vez leída sus más de trescientas páginas, voy a tener que poner mucho empeño en reseñarla por lo alto. Mejor pongo la sinopsis y provoco algún que otro interés.
Las hermanas Andreas crecieron rodeadas de libros. El lema de su familia podría perfectamente ser "no hay problema que no se pueda solucionar con un carné de biblioteca". Ahora las tres han vuelto a casa, a la pequeña ciudad universitaria donde crecieron, en parte porque acaban de descubrir que su madre padece cáncer pero, también, en realidad, porque sus vidas se están desmoronando y no saben qué hacer. Han descubierto que sus vidas han resultado ser completamente diferentes a como se las imaginaban y ahora que se tienen que enfrentar con la fragilidad de sus padres y su propio abanico de decepciones y frustraciones no saben si será posible que abriendo un libro todo se solucione”.
He identificado varios protagonistas, en primer e indiscutible lugar, los libros; inmediatamente y seguida muy de cerca, la enfermedad que aparece en casi todas las novelas de los últimos tiempos, el cáncer y por último, el regreso al hogar. Estas dos, muy recurrentes, tanto que en ocasiones huyo de novelas donde aparezca el cáncer y sus efectos, cualquiera diría que me va el rollo, no es así, llega solo; luego, una vez que comienzo las lecturas no puedo abandonarlas y al final me alegra haberlas leído por las buenas reflexiones que me aportan y porque “huir es de cobardes”. Los regresos a hogares que una vez se dejaron atrás, es igualmente común en argumentos dentro de la narrativa contemporánea, da mucho juego y permiten contar historias que se mueven en tiempos distintos, del presente al pasado, y aporta dinamismo a relatos que a veces se hacen tediosos.
A pesar de reconocer estos detalles, he terminado “esta casa llena de palabras”, bien narrada, en primera persona, con tres hermanas que absorben el protagonismo a partes iguales, con personalidades bien perfiladas y que de entrada me cayeron muy mal, porque todas tenían un motivo particular y egoísta para volver, muy alejada de la razón de peso que suponía la enfermedad de su madre.
Eleanor, hace una reflexión acerca del fracaso individual de estas tres mujeres, nos presenta un motivo para reunir a una familia que vivió amparada en la figura paterna y en el valor de los libros, sus vidas son expuestas con sus defectos y escasas virtudes, gracias a los flash back, que utiliza la autora, junto con las dosis de ironía y peculiar humor inglés.
Me ha parecido una historia de familia, de mujeres diría yo, bien trazada e hilvanada a costa de las imnumerables citas del escritor inglés Shakespeare; por cierto, llegan a resultar cargantes, es como si nos desgranaran el Quijote a lo largo de una narración juvenil y actual; gustaría pero en su justa medida.
Os la recomiendo porque su lectura es fácil, se disfruta, tiene sus toques de ternura y además hay que dar oportunidades a los escritores en sus óperas primas, seguro que la segunda es mejor; de momento esta se deja leer y muy adecuada para momentos “entre lecturas” que llamo yo al paso entre novelas potentes que nos dejan agotados.
Una curiosidad, he leído que su título original en inglés es “Las hermanas fatídicas”, referidas a “Las tres brujas de Macbeth”.

"En nuestra familia siempre hemos comunicado los sentimientos más profundos por medio de las palabras de un hombre que lleva casi cuatrocientos años muerto".