domingo, 14 de junio de 2015

Novela de ajedrez, Stefan Zweig

Una vez más tengo que agradecer a mi amiga Vicky el haberme hablado de uno de los mejores escritores del siglo XX, Stefan Zweig. Este autor llegó a mi a través de ella y de dos novelas que a mi juicio, no siendo malas, distaban mucho de ser lo que es “Novela de ajedrez”; es el legado de un escritor capaz de contar con gran maestría en menos de cien páginas, una historia dramática, de intriga, con grandes reflexiones, intensa, con una prosa de gran riqueza y siguiendo la forma íntegra de narrar que tuvo este extraordinario escritor.
Después de algunas novelas he indagado en la biografía de Stefan y me apena conocer que el devenir de la Historia conduce a seres tan especiales a finales sin retorno. “Novela de ajedrez” se publicó con carácter póstumo tras el suicidio de sus autor y una vez conocida su trayectoria de vida, me atrevo a decir que he reconocido rasgos autobiográficos en el relato, tanto en la trama como en los personajes. El argumento es sencillo, tal y como nos tiene acostumbrado no necesita artificios ni complejidades para lograr sus objetivos literarios y personales.
Utilizando el ajedrez como hilo argumental y con un número de personajes tan limitado como el número de páginas, nos presenta una historia a través de un duelo de ajedrecistas, al que se une un viajero misterioso que engrandece la trama al contar su pasado más reciente, ese, que le ha condicionado su presente inmediato y gracias al cual goza de esos apabullantes conocimientos de un “juego” tan noble como es el ajedrez.
Stefan construye excepcionalmente este breve relato sin rodeo, haciéndonos participe de lo que narra, con linealidad y evitando que nos perdamos en el tiempo. Yo he disfrutado porque lo que parecía una novela de ajedrez ha resultado ser una biografía de supervivencia con tintes históricos, ambientada en un viaje con alusiones a los expatriados, con personajes que representan mundos antagónicos, con referencias a sociedades contrapuestas y lo mejor de todo una auténtica joya de descripción psicológica de todos los personajes.
Tengo la sensación que el ajedrez es el recurso del autor para poner en marcha el engranaje de la novela, sin duda gozaba de grandes conocimientos al respecto. Cuando llegamos al relato personal del Señor B, descubrimos por un lado que la mente humana es tan especial que puede ser capaz de construir complejidades sin límites y es a través del juego que Stefan desgrana y nos muestra los intrincados caminos de luces y sombras del cerebro humano.
En este pasaje en el que nos llega la terrible experiencia del señor B, reconocemos la denuncia política hacia el Nazismo, sus métodos de actuaciones, las torturas, la privación de libertad y las persecuciones para acabar con la dignidad de aquellos que se cruzaron en sus caminos. En más de una ocasión se teme más por la aniquilación mental que por la física.
El ajedrez entra aquí con un papel estelar, nuestra víctima desarrolla un mecanismo de defensa para superar el aislamiento impuesto por sus torturadores; con posterioridad esa misma tabla de salvación se convertirá en un arma mortal que derivará en el deterioro de la mente, en disociaciones de personalidad y situaciones obsesivas compulsivas.
Cuando leí los datos biográficos de Stefan Zweig reconocí en la novela mucho de si mismo, vivió el exilio forzado, estaba convencido de la victoria del Nazismo y eso condicionó su obra y su vida, de ahí que se suicidara ante el miedo a vivir en un mundo sin libros, sin cultura, privado de los valores que defendía. Ante él un tablero en blanco y negro, con dos jugadores, la humanidad y Hitler, la gran partida de la Historia y un único ganador; sentimientos y temores que le privaron de un final ”feliz”.
Hay que leerla en una tarde de esas que ante una película ya sabemos el final, con un café largo y un buen sillón... sin prisas, sólo con el deseo de disfrutar, aprender y descubrir una vez más que “la realidad supera infinidad de veces a la ficción”.
Quiero cerrar esta reseña, con una muestra de la agudeza descriptiva de este escritor acerca del aislamiento al que se puede someter a un ser humano privado de compañía.

"Vivía como un buzo bajo la campana de cristal en el negro océano de aquel silencio; [...] Nada que hacer, nada que oír, nada que observar; el entorno de la nada, el vacío total, sin espacio ni tiempo. Me paseaba arriba y abajo y conmigo iban mis pensamientos, arriba y abajo. Una y otra vez, arriba y abajo. Pero incluso los pensamientos, por muy etéreos que parezcan, requieren un punto de apoyo, pues de lo contrario giran y giran en torno a sí mismos, en un torbellino sin sentido; tampoco ellos soportan la nada. Desde la mañana a la noche se está a la espera de algo que nunca llega. Se espera y se espera. Y no ocurre nada. Y se sigue esperando, y esperando, y esperando..., y pensando, y pensando, y pensando... hasta que duelen las sienes. Y no ocurre nada. Y estás solo. Solo... solo...

1 comentario:

  1. Genial este escritor. Me gusta su narración,cómo trabaja la psicología de los personajes y cómo en tan pocas páginas es capaz de profundizar en los temas que trata.
    Un abrazo

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