viernes, 26 de junio de 2015

La vida era eso, Carmen Amoraga

Este, es uno de esos libros que yo describo como terapéutico, pero que no por ello le apetece o le hace bien leer a todo el mundo. Carmen Amoraga es una de las escritoras que frecuento, porque casi todas sus novelas me aportan algo interesante y me ayudan a resolver situaciones emocionales, que a menudo provocan un cortocircuito en los cables que discurren alegremente en mi cabeza.
La vida era eso”, obtuvo el Premio Nadal en el 2014 y el tema de la novela no es novedoso en la autora, una vez más, la muerte se hace con el papel estelar de la misma, ella y sus efectos devastadores para los que la contemplan. Os pongo la sinopsis resumida para situaros en la historia.
La muerte fulminante de su marido deja a Giuliana devastada y sola con dos hijas pequeñas. Superar un día tras otro está poniendo a prueba su resistencia y su imaginación, mientras pasa de la incredulidad al enfado, y de ahí a la idealización de su relación con Willians.
Descubre entonces, además de irrepetibles momentos que su memoria convoca una y otra vez, el legado más hermoso de Willians: una intensa red de relaciones que le traerán una nueva forma de estar en el mundo y le enseñarán, gracias al apoyo de los demás, que aprender a perder es aprender a vivir.
Bueno, como la vida misma, por eso me gusta; he querido ver que en esta ocasión nos quiere enseñar que el reto de la vida es aceptar la muerte, no la nuestra, algo innecesario de aprender, sino la de los seres queridos, un desafío imposible de imaginar. Es el retrato de una familia cualquiera, próxima, con personajes de carne y hueso, con sus dramas y su mala suerte, tan cercanas que podíamos ser nosotros; y es esto lo que priva a la novela del factor sorpresa ya que desde el inicio conocemos su final.
No quisiera hacer una autopsia de la obra, pero tal y como dice la misma Carmen, es una invitación a la reflexión, al desafío que entrañar superar y aceptar la marcha de los seres queridos y a vislumbrar que detrás de tanto dolor existen segundas oportunidades que no debemos dejar escapar.
Al leerlo, me he acordado de muchas amigas que deberían haber hecho el comentario por su experiencia en primera persona, a ellas les dedico estas letras y no hace falta que las nombre porque saben demás que las tengo muy presentes.
Podía desaconsejar su lectura, pero el aire de la narración es bastante optimista gracias a la intervención de “Internet”, de las redes sociales y el tratamiento que la autora hace de esta tabla de salvación, que aporta dosis de de respiro a unos momentos repletos de angustia y desesperación. Es una novela muy potente pero con la tragedia dulcificada, que nos da pistas para recorrer el camino sórdido de la muerte y extraer lo positivo una vez que este termina.
Son muchas las muestras de humor que aparecen en el relato y su efecto es cicatrizante, por eso la he encontrado triste y a la vez alegre; con una trama perfecta dentro de un ritmo lógico ajustada a la realidad de los hechos que relata. Sin duda me ha llamado la atención como, Giulana, la protagonista, evoluciona como persona de forma paralela a las fases de su duelo, en un diseño de ser creado para sobrevivir, como la mayoría de los mortales.
Carmen Amoraga, vuelve a contar historias de gente corriente, de héroes cotidianos, que viven una montaña rusa de emociones, de exigencias diarias, de recuerdos y añoranzas, en una actualidad desgarradora de la que nadie queda a salvo.
Quiero terminar animando a su lectura, porque no todo es triste en ”La vida era eso”, concede una tregua en los incisos que dedica al repaso que la protagonista hace de su vida en pareja con su marido, Willians, en este balance aparecen conmovedores momentos buenos y malos, como ha de ser en una vida en común; y esto me ha parecido tierno y entrañable, todo muy real, lejos de la idealización en la que caemos cuando pensamos en el ser que nos ha dejado.
De verdad si la leéis con predisposición, os gustará tanto como a mi.
La muerte no se lo lleva todo, se lleva solo una parte, la parte mala... y eso es una verdad a medias”.
El mundo, muy a nuestro pesar no se detiene, sigue girando, se marche quien se marche y permanezca quien desea irse”.
Hay que aprender y resignarse a perder para volver a ganar y lograr sobrevivir”.

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