miércoles, 1 de abril de 2015

Cuando las palomas cayeron del cielo, Sofi Oksanen

Me enfrento a uno de los comentarios más complicados de los que he realizado hasta ahora; esta novela llegó a mis manos a través de mi amiga Macarena, fue regalo de cumpleaños y lo hizo con la intención de que disfrutara con una novela histórica “a lo bestia”; todo ello tras haber leído “Purga”, la anterior publicación de la ecritora finlandesa Sofi Oksanen.
Hoy en día es el libro más vendido en Finlandia; considerada un trhiller policiaco con tintes históricos ambientada en Estonia durante la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra.
Voy a copiar el argumento para poder poneros en situación y a la vez justificaros la sensación que me ha producido esta lluvia de “palomas caídas del cielo”.
Los protagonistas del relato son dos primos, profundamente distintos, que viven en un pequeño pueblo no lejos de la capital, Tallin. Uno, Roland, cuyo padre ha sido deportado a Siberia, es un joven valeroso y honesto que se dedica a proteger a su primo de cada escaramuza con los soldados en el bosque. El otro, Edgar, trapicheando siempre en su provecho, es un cobarde, un desertor que solo busca salvar el pellejo en cuanto la ocasión lo requiere. Está casado, en un matrimonio casi inexistente, de puertas para afuera, con Juudit, prima de Rosalie, la novia de Roland.
Un día Rosalie aparece muerta en circunstancias no aclaradas. Pero con los alemanes como nuevos señores de la tierra habrá pocas esperanzas de esclarecer lo que Roland cree que es un crimen. En ese momento Roland decide comenzar a escribir un diario dirigido al futuro, al momento de reconstruir el país, cuando todo lo robado, destruido y sacrificado regrese a su estado anterior, como una película proyectada al revés. Lo malo es que el diario, años después, irá a parar a las peores manos, dejando una infinidad de pistas, a pesar de sus numerosos nombres escritos en clave. Pistas que los asesinos y traidores que han sobrevivido a todas las etapas no están dispuestos a que salgan a la luz.
Casi nada”, tenemos todos los ingredientes al más puro estilo policíaco; oscuras intrigas, relaciones amorosas, crímenes silenciados, idas y venidas de espías, secretos de familia, identidades falsas, colaboracionismo, ambiciones insaciables... y todo ello a través de épocas y saltos temporales ayudados por esos tres personajes arquitectónicamente construidos que mueren y se resucitan en el relato gracias a su presencia en archivos y documentos hallados en escondites impensables.
Mi impresión al principio fue buena, engancha y tienes la sensación de que va a ser fabulosa; pero a medida que avanzas la historia se empieza a complicar y casi deja de tener “pies y cabezas”... se mezclan las voces, no sabes quien te habla, cuando se refieren a los rusos y cuando a los alemanes, es difícil seguir la trama, los continuos cambios espacio temporales añaden confusión a lo contado; francamente muy enrevesado, tanto que le restó disfrute a un libro que por muchos motivos me ilusionaba leer.
Narrada en prosa con un lenguaje de gran dureza que roza lo soez, desprovisto de adornos y floritura que lo hace desgarrador en casi toda la obra. Para ello utiliza dos voces; la primera persona para los personajes y la lectura del diario de Roland y la tercera persona para el narrador omnisciente que se encarga de los momentos en los que se contextualiza al resto de los actores de este impresionante retrato coral.
He querido interpretar la intención de la autora; ella es la voz de la memoria, el grito que con su novela lanza al mundo es el grito de reivindicación de aquellas zonas europeas olvidadas por la Historia y que durante siglos han sido víctimas de sucesivas y bárbaras ocupaciones, convirtiéndolas sin respiro en espacios sometidos a los que no se les ha hecho justicia histórica. Alemanes y rusos son a partes iguales los responsables de esta esclavitud de los Países Bálticos objetos de la novela de Sofi. Treinta años recorre el argumento en una revisión permanente de la historia más reciente de la patria de su madre.
Sin duda me ha gustado las reflexiones como apasionada de la Historia, la autora nos presenta un alegato a la opresión de los nazis durante el conflicto bélico y de rusos durante la Guerra Fría en la versión más dura que fue la dictadura comunista. En este panorama y bajo esta dura realidad muchas naciones demostraron su impertérrita capacidad para superar las adversidades y convivir bajo el yugo del opresor.
Me ha resultado compleja en su estructura, innumerables veces he tenido que volver hacia atrás para salvar el barullo de datos e intentar desgranar las confusiones de personajes, acciones, ambientes y situaciones que se me perdían entre víctimas y verdugos. El suspense era evidente en determinados momentos para perderse en malas dosis que acaban en un final infantil y precipitado.
No quiero terminar sin decir dos cosas; la primera es que la autora se ha servido para configurar el personaje de Edgar, de la figura de un traidor y siniestro militar estonio que llegó a estar a las órdenes de cinco agencias de espionajes distintas y que curiosamente salió airoso de esta forma de vida, y la segunda, es mencionar el origen de tan lírico título; al parecer los estonios se alimentaron de palomas en los años de más hambre durante la ocupación de los nazis, de ahí que las palomas “cayeran” y no “volaran”...
Me gustaría que la reseña no desanimara a nadie pero como es costumbre cuento con sinceridad lo que me ha parecido y sin despreciar a ningún lector, preferiría que los valientes decididos supieran que se enfrentan a una lectura “recomendada para pocos públicos”.

El pasado es un monstruo que tarde o temprano te acaba atrapando”.

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