domingo, 22 de febrero de 2015

Los recuerdos, David Foenkinos

Pocas dudas pueden quedar acerca de mi devoción por este joven escritor francés. “Los recuerdos”, llegó a mi hace ya más de dos años, y aún “recuerdo” cuanto me gustó; es por ello que tras leer “Charlotte” y tener entre manos “Estoy mucho mejor”, me ha dado por releer esta extraordinaria novela de la que es difícil olvidarse y con la que he vuelto a disfrutar tanto o más que la primera vez.
Lo esencial es decir que hablar de David Foenkinos es hablar de garantía de éxito en la elección de la lectura. Se le considera “el antídoto contra el aburrimiento y la desesperanza” y hace, que mientras lo leo no me sienta en esa soledad que tanto me gusta como lectora, es como estar con tu mejor amigo. Tanto es así, que divisar en las librerías una novela suya es comparable a disfrutar de la compañía de áquel al que hace mucho que no ves y con el que deseas estar el mayor tiempo posible.
Que alegría empezar y que tristeza saber que tiene que terminar. Una gran ventaja de sus obras es la extensión tan adecuada de las mismas, no necesita mucho para contar una historia cargada de sentimientos, emociones y vida. Hasta ahora, las casi trescientas páginas de esta y otras de sus obras así lo han demostrado.
El argumento de su quinta novela es de una aplastante sencillez, al más puro estilo “Foenkinos”. Antoine es nuestro joven recepcionista con aspiraciones literarias, lejos de estar motivado por ese sueño, padece un estado de ánimo que roza la desmotivación y lo que vulgarmente conocemos como “verlas venir”, a lo que se le une la falta de inspiración para hacer realidad su sueño de ser escritor. Asombrosamente todo cambiará a raíz de la relación que mantendrá con su abuela en las frecuentes visitas a la residencia de ancianos donde esta reside. Una fuga inesperada y la decisión de acompañar a su abuela en esta peripecia, proporciona la trama a modo de viaje físico y emocional de ambos personajes.
Narrada en primera persona, este “narrador y contador de historias”, nos lleva por una sucesión de vivencias a modo de recuerdos que proporcionan luz al presente y al futuro de Antoine. Dividida en capítulos, cada uno de ellos es un viaje a la memoria para rescatar vivencias protagonizadas por él mismo, su abuela e incluso recordar situaciones que afloran por hechos puntuales y que ayudan a construir el esqueleto de esta narración. No quiero olvidar los imnumerables guiños que hace a personajes célebres de la Historia y como utiliza los recuerdos para rendir homenaje a ese pintor de la oreja cortada, al filósofo de nombre impronunciable o al galán de cine italiano.
En una obra con esta calidad sentimental no puede faltar la “chica” que enamore a nuestro Antoine; Louise es la profesora que aporta un aire diferente en la vida del nieto con pretensiones de escritor. Profundizando en la estructura del argumento se puede hablar de un antes y un después en lo referente a la aparición de la enamorada. La primera parte la abuela absorbe el protagonismo y nuestro joven está cargado de una melancolía que desaparece en el momento en el que Louise entra en escena; la alegría, el optimismo y la vitalidad que proporciona el amor hace que emerja un nuevo Antoine.
Toda la narración es de una frescura evidente, de prosa ligera y amena, vertiginosa, sugerente y de gran calidad sentimental; incluso las dosis de tristeza y drama son edulcoradas con un humor elegante que se agradecen para no perder la humanidad del relato.
Hay muchas cosas que me han emocionado en “Los recuerdos” por ejemplo la relación de ternura que forjan abuela y nieto, el papel otorgado a la “Felicidad” que llega a considerarse un personaje más, la forma en la que presenta el drama contemporáneo entorno a “nuestros mayores” y su involuntaria manera de aparecer en las residencias de ancianos y como no, el final alejado de los tópicos propios de “fueron felices y comieron perdices”.
Sin duda los seguidores de Foenkinos encontrarán similitudes con su grandiosa “Delicadeza”; París y su recorrido por lugares emblemáticos, el despliegue de cultura literaria, las regiones francesas y algunos detalles que gustosamente nos traen “recuerdos” de ella.
Estaría hablando de este tipo de lectura sin miedo al paso del tiempo; yo disfruto con Foenkinos porque no es que me atrape, es que me dejo atrapar por él, la disfruto sin prisas, me recreo en sus letras, esbozo sonrisas contenidas, me divierto y me las guardo en la memoria para poder “recordarlas” sin miedo al olvido.
Quien quiera gozar de la “literatura de la sencillez”, sin duda David Foenkinos es su escritor.

Poder disfrutar de los recuerdos de la vida, es tanto como vivirla dos veces”.
Recordar un buen momento es sentirse feliz de nuevo”.
No recuerdo todo lo que siento, pero siento todo lo que recuerdo”.

3 comentarios:

  1. No sé si sabías lo que el propio Foenkinos dijo de su libro "La delicadeza" : "si no te ha gustado la novela por lo menos puedes aprovechar la receta del risotto de espárragos".
    Ese es Foenkinos, me encanta.
    Me ha gustado mucho tu reseña, se sale de lo habitual.
    Un abrazo

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  2. Hasta ahora no he tenido oportunidad de ver tu comentario, desde mi humilde pasión por la lectura y el atrevimiento a escribir reseñas de los mismos, mil gracias porque esto sube un montón la autoestima. Siento el retraso en el agradecimiento. Besos.

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  3. Hasta ahora no he tenido oportunidad de ver tu comentario, desde mi humilde pasión por la lectura y el atrevimiento a escribir reseñas de los mismos, mil gracias porque esto sube un montón la autoestima. Siento el retraso en el agradecimiento. Besos.

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