lunes, 5 de enero de 2015

Una forma de resistencia, Luis García Montero

Cuando termino un libro me paso unos días buscando la siguiente lectura y casi siempre lo hago sin un criterio determinado; en ocasiones me atraé el título, no pocas veces la portada y habitualmente es el autor el que me hace tomar la decisión final. Con “Una forma de resistencia” puedo decir que se mezclaron todas estas razones y nunca pensé, que me iba a parecer tan acertada la elección. No es una portada de esas que dejan huellas, más bien es curiosa y divertida, familiar diría yo; el título tampoco era profundo ni despertaba curiosidad y en lo que respecta al autor, no había tenido el gusto de leer nada hasta ahora... por ello, sin poner “resistencia” alguna, seleccioné esta lectura, que para más deleite obtuve de la biblioteca y pasando sus páginas he disfrutado gratamente de la elegancia, ironía y sensibilidad de la prosa y ensayo de un escritor que hoy, ya no resulta ser un desconocido para mi.
Estructurada en capítulos con nombre propio, Luis García Montero presenta una relación a modo de inventario de todas las pertenencias que marcaron su pasado y que sirvieron para construir su personalidad y determinar su presente y futuro. Con una brevedad muy agradecida, el autor presenta su universo doméstico, describiendo cada objeto con tal profundidad, que refleja el ansia por no olvidar quienes somos, lo que tenemos y la importancia de conservar lo que nos rodea; en un intento por justificar la presencia de esa herencia material hasta ahora insustituible en su vida.
Vas recorriendo los textos y la sorpresa es mayúscula cuando descubres lo mucho que se puede decir de una cafetera, de un despertador, de las zapatillas de andar por casa, de los espejos, de las fotografías, del sillón especial, de esas gafas que te permiten leer ese periódico diario, o de los bolígrafos que marcan letras para recordar... que manera tan sentimental de otorgar vida propia a enseres que pasan desapercibidos ante nosotros y que enternecedoramente para Luis, es una forma particular de mirar hacia el pasado y reconocer que en esas “cosas especiales” se puede quedar sin quererlo enredada nuestra vida.
Todo lo desconocido que me resultaba el autor pasa a “mejor vida” una vez que he terminado el libro, ya que confecciona una autobiografía íntima que abarca desde la adolescencia hasta su madurez, utilizando como medio de “transporte”, el catálogo material de posesiones que han viajado junto a él a lo largo de la geografía de su existencia; objetos de un “inventario” al que no está dispuesto a renunciar, en justa recompensa y gratitud por la felicidad desinteresada y generosa proporcionada por ellos.
Personalmente me ha resultado corta, sencilla, intensa, ocurrente y original. Extraordinariamente bien contada la disección de los objetos y los sentimientos de estos; encierra una nostalgia con la que es fácil identificarse, y te permite bucear en el pasado y recordar aquellas “pequeñas” cosas que marcaron un momento especial en nuestras vidas, que se perdieron o no hemos sabido conservar y que hoy, gracias a esta entrañable lectura, reconocemos echar mucho de menos.
Sin querer, yo iba elaborando mi propio repertorio de “cacharros” que no he podido olvidar y que sin duda hoy son el “mapa” de mi vida; algunos me los arrebataron, otros los perdí y muchos renuncié a ellos, bien por necesidad o por la ignorancia de no apreciar su valor más allá de lo meramente material.
Hay un texto con el que sin duda me quedo por lo especial y profundo que me ha resultado; “La soledad”, se aparta del concepto de objetos, pero es un sentimiento descrito con una precisión difícil de olvidar. Me ha gustado tanto que casi lo he copiado en mi “cuaderno” de frases y no creo que deje indiferente a nadie.
El libro es precioso sin más, de los más recomendables de cuantos he reseñado y me gustaría que estas letras sirvieran para animar a su lectura y disfrute.

La soledad aparece y desaparece, se esconde entre los pliegues de la vida, y surge cuando menos lo piensas, lo hace siempre con la naturalidad de las viejas amantes y de las buenas e inolvidables historias”.

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