lunes, 12 de enero de 2015

Asesinos sin rostros, Henning Mankel

Buscando lecturas en el catálogo de libros pendientes, me he topado con Henning Mankel, ya he leído otras obras de este autor y la verdad que aunque no resultan inolvidables, son de gran utilidad como puente a otras lecturas que siguen igualmente en la parrilla de salida y ante las cuales hay que ir bien preparada.
Es conocida mi resistencia a contar la sinopsis, pero en este caso lo voy hacer porque es la garantía para “vender” un poco la novela, no todos tenéis en buena estima las “cansinas” peripecias del mundo sueco y sus muertes misteriosas, de manera que antes de lanzar un “otra vez no”, os relato el argumento y vosotros decidís.
Kurt Wallander atraviesa uno de los momentos más sombríos de su vida personal, cuando tiene que ponerse al frente de la investigación del asesinato de un apacible matrimonio de ancianos en una granja de Lenarp. El marido ha sido horriblemente torturado y la mujer muere estrangulada poco a poco, con el tiempo justo para pronunciar antes de morir la palabra “extranjero”. Kurt Wallander y sus colegas deberán enfrentarse no sólo a un asesino muy especial, que tiene la sangre fría de alimentar a los caballos del establo después del crimen, sino a una comunidad irascible, presa de insospechados prejuicios raciales. Wallander sabe de sobra que la pacífica apariencia de algunas personas oculta a veces a un auténtico monstruo, de modo que no se hace ilusiones acerca de la sociedad en la que vive.
En general responde al esquema de novela negra sueca. Cuenta con todos los ingredientes propios de este género con el que estamos familiarizados gracias a la enorme producción literaria de los últimos años y que para nuestra perplejidad han inundado los escaparates de las librerías, como si los asesinatos fueran hoy “patrimonio” exclusivo de los nórdicos, empañando la idilica visión que los del “sur” tenemos de esas heladas y serenas latitudes.
Para quien no lo sepa, el protagonista es un investigador habitual de las novelas de Henning, en total resuelve y capitanea investigaciones en la nada despreciable cifra de once novelas; lo que le ha permitido hablar de “saga”, aunque no llevan un hilo cronológico continuado y estas se pueden leer de manera aislada. Precisamente es la primera de ellas, y el autor no presenta a su “Colombo” sueco como un individuo de carne y hueso que padece todos los males de la humanidad; abandono de su esposa, hostilidad de su hija, demencia senil de su padre, deterioro físico y un montón de malos hábitos que lo llevan irremediablemente por el camino de la autodestrucción.
Incido en Wallander porque la construcción del personaje es lo más curioso de la obra, su evolución y el carácter que se repetirá cada vez que abordemos una novela de la mencionada saga.
El escenario huelga decir que es una localidad gélida, de nombre impronunciable, de la también helada Suecia, que sirve de marco para alterar la sosegada y monótona vida de sus habitantes con la muerte de este matrimonio de jubilados. A partir de este acontecimiento se desata la trama que comienza con fuerza y que pierde intensidad hasta que en las últimas páginas se reactiva, precipitando un final al que hay que hacer frente casi por imposición del autor.
No resulta larga, son trescientas páginas de lectura ágil, sin sobresalto, de manera pausada, mezclando lo personal del protagonista con lo profesional de su actividad como inspector. Estructurada en quince capítulos, muy bien aprovechados por Henning para abordar dos temas de candente actualidad como son, la vejez y la inmigración de fuerte carga de xenofobia. Decir que llama mucho la atención los detalles referentes al proceso y avance de la investigación y en especial a la falta de referencias a las tecnologías actuales; recordar que está escrita en 1991 y que las técnicas que campean hoy en día en materia de investigación estaban en esas fechas en “pañales”, lo que la hace más ajustada a su tiempo y por mi parte un punto a favor del escritor.
Cuando terminé de leerla mi imagen de sociedad perfecta quedó seriamente lastimada y pensando en el frío y las horas de oscuridad, dejó de ser el “paraíso” con el que se puede soñar para vivir en paz.
Buena para ejercer el gratificante acto de pasar los ojos por las letras que unidas en un incansable acto de “maridaje”,consiguen formar textos que siempre cuentan historias que son de agradecer.

Nuestros destinos dependen con frecuencia de algunas decisiones nefastas y casuales que en ocasiones los demás toman por nosotros”.

1 comentario:

  1. Amo a este señor, no sé si al autor o al detective.
    Me tragué la serie en sueco ( díganme que no es eso amor!)

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