sábado, 1 de noviembre de 2014

Pacto de lealtad, Gonzalo Giner

Esta es una de las ocasiones en las que reconozco que es un acierto contar con el libro electrónico que tanto me costó aceptar en mi vida...
He tenido este libro descargado desde hace muchos meses y no me acababa de convencer, pero es cierto que me detenía en su portada y leía una y otra vez la sinopsis con la finalidad de encontrar un motivo al rechazo o detectar un cambio de actitud bastante injustificada. Al final he comenzado y terminado su lectura, gracias a el hecho accidental de caer en mis manos un día que “brujuleaba” por los pasillos de la biblioteca y aprovechando la oportunidad de tenerlo en este soporte maravilloso se vino conmigo sin pensarlo dos veces y tras unos días en casa, regresó a la misma velocidad con la que había llegado. Como si de un “Pacto personal” se tratar, me propuse leerlo y así ha sido, pero no estaba muy desacertada en la falta de interés hacia él, de manera que con esfuerzos y la ayuda del “electrónico” he cerrado uno de los desafíos más “cansinos” de las últimas semanas.
No he leído nada de Gonzalo Giner, el tema animal no es mi fuerte, pero al estar ambientada en marcos históricos sembró la curiosidad y decidí darle una opción para saber si me equivocaba o no; francamente no he perdido el tiempo, pero esperaba mucho más.
Mientras la leía me han venido a la cabeza montones de novelas de espionaje, aventuras, amoríos y hasta argumentos de alguna telenovela y es que son numerosos los guiños que tiene la narración a todos estos géneros.
De trama muy simple, con personajes que ya conocemos, con un argumento prebélico muy determinado, por un lado, los albores de la Segunda Guerra Mundial y por otro, las vísperas de la Guerra Civil Española. Con todo este “arsenal” tendría que ser muy cruel para decir que es ñoña, simplona y algo insulsa... merece la pena leer las seiscientas cuarenta páginas, si eres un amante de los perros y quieres saber más acerca de la nobleza de estos animales que sin dudarlo son “leales” a sus amos y a quienes les demuestran amor.
Estructura sin complejidad, lenguaje muy ameno, acción garantizada, personajes de fácil seguimiento y buen grado de empatía, diferentes escenarios dentro y fuera de Europa, ritmos cambiantes que animan a seguir en la “brecha”, hechos relatados cronológicamente que impiden perder el hilo de la historia y acontecimientos que se suceden con finales alternativos entre el drama y la alegría.
Lo que me ha permitido “salvar” la novela es encontrar una historia en la que ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos; y especialmente el no centrarse en nuestro nefasto pasado fratricida. Me ha gustado el arranque en la Revolución de Asturias, la presentación de la familia de Zoe, nuestra heroína, la llegada de “Campeón” su perro heredado, y la justificación de la trama de la novela a través del personaje masculino Luther, que por supuesto además de alemán parece “pluriempleado” ya que hace de todo y siempre muy bien hecho.
Líos de espías dobles, superhombres que tienen a su disposición barcos, aviones, coches y “lo que necesiten”, hermanos que todos desearíamos tener, alemanes malvados, montañas que acogen a evadidos políticos, refugios insospechados, brutales interrogatorios, granjas de adiestramiento, traiciones, peligros, chivatos... ¿se me olvida algo?; pues todo eso y más tienen en “Pacto de lealtad”, de manera que será un problema ubicarla en un género concreto a juzgar por los palos que toca.
Entretenida es, y documentada está, pero demasiadas mezclas para mi gusto que por supuesto no debe ser determinante. Destacar en favor de la novela que he aprendido el papel de los perros en momentos de guerra y en situaciones de salvamento; también sobre los centros de preparación y el papel de la Cruz Roja en ámbitos de conflictos bélicos. Además nos presenta los experimentos realizados por los nazis en el campo de los entrenamientos con objetivos “asesinos” en un intento por recuperar razas de perros extinguidas y las ansias por “producir” a través de mezclas, un arma letal más de las muchas de las que hicieron gala en su paso por la Historia.
Con rasgos de thriller, no quiero despreciar un relato donde aparecen nombres como Himmler, Goëring y otros monstruos del nazismo y porque reconozco la grandeza de Giner al dedicarle un homenaje tan merecido a los “leales” compañeros de los hombres, a todos y cada uno de los “campeones” que hacen las vidas de quienes los disfrutan más “grande”.


Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos”.

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