viernes, 22 de agosto de 2014

Nos vemos allá arriba, Pierre Lemaitre

Estaba ansiosa por comenzar diciendo: !!!Me ha encantado!!!, vaya y por fin llegó el momento. Sin duda es de las novelas que más me han gustado de las elegidas para este verano, puedo decir sin lugar a duda que es una “historia muy bien contada”, no cuestiono lo acertado de su premio, porque yo de eso no entiendo y a veces los galardones literarios resultan ser estrategias de las editoriales para vender y no para ofrecer literatura de calidad, en esta ocasión han dado en la diana y personalmente he disfrutado mucho con él.
En lo poco que tuve la oportunidad de pasear en la primavera, casi siempre me detenía en las librerías y posaba mis ojos en el soldado medio aviador sin afeitar que me recordaba a los combatientes de las guerras mundiales; desconocía a cual de ellas correspondía, pero la escasa belleza de la portada también puede despertar mi curiosidad, de manera que en uno de esos rastreos visuales acristalados, me decidí a entrar y leer la sinopsis para aplacar el instinto de “acierto” que me empujaba a darle una oportunidad al “soldado desconocido”.
Esa y no otra fue la situación previa que rodeó mi relación con, no uno sino tres soldados con nombres propios que son los grandes protagonistas de la novela de Pierre Lemaitre, “Nos vemos allá arriba”.
Con motivo del primer centenario del comienzo de la primera gran conflagración bélica mundial, los escritores se han lanzado posesamente a escribir acerca de este desafortunado episodio de la historia de la humanidad, y era difícil esquivarlos y que al final no sucumbiera en alguno que otro; menos mal que “donde puse el ojo, puse la bala”, sobra pues decir que el escenario se sitúa en la última batalla absurda e injustificada de este episodio histórico que podría haberse evitado, porque la guerra ya “estaba herida de muerte”, en ese lance con pretensiones heroicas tiene lugar el inicio del argumento de la novela, muy sencillo por cierto, con un número escaso de protagonistas que tejen una trama a medida que sufren sus experiencias, construyendo una narración clásica con enormes dosis de ironía, humor negro, intriga, angustia y crueldad; todo, con un ritmo genial en el que cada episodio cargado de intensidad deparaba hacia otro aún más emotivo, generando con ello una solidez del relato brutal. No hay nada que deje suelto el autor, todo está perfectamente encajado y cerrado, desde el comienzo hasta su final sorprendente y de gran coherencia, sin fallar a la trayectoria de la narración.
Con frecuencia he oído decir que los amigos que se hacían en la “mili” eran difíciles de olvidar por las circunstancias de desarraigo y obligación en las que se fraguaba esa amistad, quiero hacerme una idea de lo que sería eso en momentos de guerra, con el miedo y la soledad, con la cobardía y la ignorante valentía, con la ceguera y la insolencia de quienes daban las órdenes y la inocencia y sumisión de quienes las obedecían. Mi imaginación me ha ayudado a entender y empatizar con la pareja de Albert y Edourad, los excombatientes “mal parados” de aquella "batallita" que sirvió para la gloria de Pradelle, el “tercero en discordia” y la cara negra de la moneda; aunque no son los únicos, si son imprescindibles en la historia, son la columna vertebral de la misma, y gracias a ellos, el autor consigue una novela de aventuras, detectivesca, thriller psicológico, cargada de critica social, alegato antibélico, humor negro, fuertes alusiones a hechos de rabiosa actualidad como la corrupción y las estafas institucionalizadas; y es que hay rasgos de “humanidad” que los siglos refuerzan con el beneplácito de quienes saben sacar provecho de las desdicha y sufrimiento ajeno.
Con cuatrocientas cincuenta páginas, no le quito ninguna por el ritmo que presenta y que facilita enganchar con el devenir de los “actores” que intervienen dando pases de drama y de humor difícil de congeniar; y es que los binomios están presentes en la historia, “guerra-postguerra”, “fracaso-éxito”,dicha-desdicha”, riqueza-pobreza”... en el momento en el que se lea la novela lo entenderéis perfectamente. Es fácil posicionarse y sentir algo que yo me he preguntado muchas veces, ¿Qué pasa con los excombatientes cuando la guerra termina? ¿Cómo se les integra en la sociedad que dejaron antes del conflicto? ¿Qué reconocimiento obtienen? ¿Son víctimas del olvido?...
Pierre Lemaitre, aborda estas cuestiones a modo de critica mordaz a la guerra y todas sus consecuencias en el marco de “la paz”, una sociedad de héroes “caídos del cielo” y antihéroes que pasan “sin pena ni gloria”, esperando un momento que sólo encontrarán “allá arriba”.
Recomiendo su lectura porque para mi ha sido una historia de amistad en grado superlativo, tras una deuda contraída en momentos cruciales de la vida de dos hombres, que supieron protegerse el uno al otro, enfrentándose a un mundo de desprecio y sabiendo sacar partido de los instintos más miserables del ser humano. Dedicado especialmente a los amantes de la novela histórica mezclada con el suspense y la ironía social.
Por esta vez no doy detalles estilísticos de la narración, aunque no hubieran sido perfectos, está muy bien contada y me ha recordado a la película de Forest Gump y especialmente a los personajes y las relaciones que nacen entre ellos tras la vuelta de otras de las grandes guerras de la humanidad; no hay que olvidar que los hombres han tenido la fea costumbre de coleccionar guerras, de manera que la literatura tiene reservas para rato...

Inteligente es aquel que sabe donde quiere ir y más inteligente es aquel que sabe donde no tiene que volver”.

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