martes, 5 de agosto de 2014

La sonata del silencio, Paloma Sánchez Garnica.

Tras leer la novela de “Las tres heridas”, valorar o hacer una buena critica de esta obra se me hace bastante difícil; las comparaciones nunca han sido de mi agrado pero en esta ocasión es casi inevitable. Para ser justa tengo la sensación de que la mejor campaña de promoción de “La sonata del silencio” ha sido su antecesora y que buscando algo igual de especial o al menos aproximado, sin querer hemos sufrido una “sonora” decepción.
Madrid 1946, la cruel posguerra aparece como escenario de un relato en el que la música adquiere un protagonismo de excepción. Un barrio, un vecindario y el día a día de un bloque de inquilinos de lo más variopinto y representativo de la época, todos perfectamente descritos, cada uno formando parte de pequeñas historias vinculadas entre sí, en universos personales y únicos, encerrados en hogares con tramas familiares y humanas producto de acontecimientos de un pasado que ha dejado una huella imborrable.
Básicamente el argumento gira alrededor de la figura de Marta Ribas y los dos hombres que forman parte de su vida presente y pasada, los mismos que conforman un triángulo de emociones y experiencias que determinan la mayor parte del contenido de la novela. Pasiones ocultas, celos, engaños, secretos, frustraciones, amores prohibidos y grandes dosis de miserias humanas, son recreadas por la autora en un exceso de descripciones que en muchos momentos hizo plantearme el abandono de su lectura.
Por supuesto la labor de documentación es incuestionable, pero no aporta nada que no sepamos acerca de los estereotipos que aparecen en la narración, ni en los perfiles ni en las conducta de los protagonistas de esta novela coral, en la que la profusión de los mismos se convierte en un ejercicio memorístico titánico.
Si me detengo en la extensión, mientras que en ocasiones anteriores la escritora ha estado acertada en el volumen de sus obras, en esta las casi novecientas páginas no se justifican para “lo poco” que se cuenta. Dividida en capítulos, treinta en total a cual de ellos más largos, ayudan en cierto modo a dar una oportunidad al relato. Mientras la leía me era imposible no encontrar semejanzas con la telenovela “Amar en tiempos revueltos”; estaba asistiendo al desarrollo de capítulos y capítulos en los que saltarte algunos no iba a convertirse en un impedimento para seguir el hilo de la novela.
Retrato de una España de doble moral, con clichés que aún viven entre nosotros, con especial dedicación a exponer el papel de la mujer en momentos pasados y que en ocasiones están demasiado al día; todo en un lenguaje muy sencillo, ágil, coloquial y familiar.
Esperaba algo diferente, el machismo, la dictadura, la represión, la iglesia y esos aspectos tan repetidos acaban por decepcionar y tristemente es el caso de “La sonata del silencio”. Me gustaría decir que al menos el desenlace ha sido original pero no puedo, mucho antes de ser evidente, el final se intuye y para colmo se acierta. Tiene un enorme parecido con “El tiempo entre costura” y respecto a ese final, me recordó enormemente a la extraordinaria película de “Pájaros de papel”.
Aún así, es sólo mi percepción y siempre invito a su lectura para poder tener una opinión personal de la misma, porque “para gustos, los colores”.

Cada quien elige los labios que quiere besar, los ojos que quiere mirar, el corazón que quiere amar y la persona a la que quiere alegrar”.

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