miércoles, 27 de agosto de 2014

La analfabeta que era un genio en los números, Jonas Jonasson

Al final he acabado llamando “la analfabeta” cuando realmente el gran mérito de la protagonista es el de saber leer en una parte del planeta donde se tiene como dogma la ecuación de “Negro=analfabeto”. Segunda novela del autor Jonas Jonasson que cae en mis manos; al igual que en “el abuelo que saltó por la ventana y se escapó” la elegí por lo disparatado del título y a diferencia de esta, no me ha resultado tan especial como la primera.
Brevemente su argumento se resume en una historia se inicia en los años setenta en Soweto, el famoso gueto de Johannesburgo, con el apartheid en todo su apogeo. La protagonista se llama Nombeko, una niña que trabaja en las letrinas y a la que su afán de conocimiento la lleva a aprender a leer Comienza así una vida repleta de increíbles aventuras que la llevarán muy lejos del lugar que nació.
Lo que parece ser una trama sencilla se convierte en una novela curiosa que sigue el esquema literario de este autor, con muchos puntos en común con “el abuelo” pero sin duda no tan impactante. Con solo doce años, el infortunio y la calamidad forma parte de la vida de esta niña prodigio de los números, tocada por el ansia de superación de un destino con el que no se conforma y al que no se resigna. El autor con un derroche de imaginación y bajo los recursos del humor y la ironía, construye una narración surrealista, original, trepidante y plagada de critica.
Podría considerarse novela histórica por el marco elegido por Jonas para contar las vivencias de Nobemko; los años setenta absorbieron acontecimientos de gran calado humano entre los que destaca el movimiento de “Apartheid”, en lo que yo siempre suelo llamar, “los espacios del planeta olvidados de Dios”. Sudáfrica no es el mejor lugar para nacer, el hecho del color de la piel sólo puedo empeorarse con el de ser mujer y si para colmo estás huérfana, poco más te puede pasar para sentenciar tu destino. A todo esto se enfrenta nuestra protagonista, a esto y al devenir de su vida a través de una autopista repleta de situaciones disparatadas junto a personajes que van desde el impostor físico, los gemelos que se suplantan, la activista histérica, un trío de china o los agentes del Mossad, sin olvidar al obsesionado que pretende acabar con la vida de un rey.
Dos escenarios en extremos geográficos y emocionales dan vida al viaje de nuestra heroína; de “Sudáfrica a Suecia”, con un origen y un destino, los recorre nuestra lista, independiente y autodidacta mujer; siempre con la compañía de personajes que entran y salen a lo largo de décadas y de los que aprende hasta formar el carácter que la lleva de aquellas letrinas de su niñez al codeo con la realeza sueca.
Veo una intencionalidad del autor para que reflexionemos en cuestiones políticas, sociales y medioambientales; nos invita a que no nos mostremos indiferentes ante las cuestiones raciales o la polémica carrera nuclear y que tengamos una opinión de las ambiciones políticas que mueven el mundo en una sociedad de altos niveles de hipocresía y maldad. En esta ocasión la novela sin apartarse del estilo de Jonasson es más mordaz en las cuestiones de las relaciones internacionales.
Me gusta más la primera parte y he de confesar que al final me ha costado terminarla por el exceso de situaciones ridículas y caricaturesca que ya no me sorprendían. Es cierto que los personajes están bien conseguido, que cada uno de ellos es a cual más original, que la actualidad recae sobre “el cruzado” que pretende acabar con la monarquía en Suecia en favor de una república y que nadie cuestiona el trasfondo de superación que adorna toda la novela; pero se alarga innecesariamente y al final se disfruta y poco más. Sin duda estoy bajo el efecto de la comparación con “el abuelo” y tal vez me falte objetividad.
Aún así vale la pena leerla y dedicar unas tardes a un estilo de narración que sólo un sueco con la mente helada puede llegar a imaginar.

La diferencia entre la estupidez y la genialidad es que la segunda tiene los límites muy bien marcados y la primera es tan infinita como la ignorancia y el atrevimiento juntos”.

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