martes, 29 de julio de 2014

El enredo de la bolsa y la vida, Eduardo Mendoza

Tremenda portada con el gato de las tiendas de “los chinos” como popularmente llamamos nosotros a lo que empezaron siendo “el todo a cien”. Una vez, he de confesar que alguien muy próximo a mí estuvo tentado de comprar una figurita de esas que “cansinamente” mueven el brazo hacia delante y hacia atrás, irremediablemente me llaman la atención e incluso me detengo en los escaparate para contemplarlas y me pregunto en que lugar de la casa se puede poner un adorno “tan especial”..., por supuesto la identidad de dicha persona es un secreto que no voy a desvelar por respeto a la misma.
Hace muchos años que leí la primera novela de Eduardo Mendoza y confieso que no me desagradó aunque tampoco he buscado sus obras para no perderme nada de lo que escribiera, simplemente si se daba la ocasión la aprovechaba. Es sin duda lo que me ha pasado con esta parodia de la novela negra en la que el estilo de Mendoza es inconfundible
El ya habitual detective sin nombre de las novelas de este autor, se convierte tras la desaparición de un amigo, en el sabueso encargado de desarticular una acción terrorista antes de que intervengan las fuerzas de seguridad del Estado.
El enredo está servido...una trama surrealista y cínica a la altura de sus personajes y las aventuras y desventuras que vivirán convertidos en el equipo de ayudantes del investigador que sólo desea ser peluquero y que empujado por la crisis se ve obligado a encabezar tan disparatada misión.
Es la novela apropiada para cambiar de registro tras lecturas potentes y dar paso a intrigas descabelladas en una Barcelona preparada para todo tipo de situaciones.Sin duda el despliegue de humor, de ironía y sarcasmo garantiza la diversión y el entretenimiento, siempre con el mismo ritmo y sin llegar a cansar.
Se puede hablar de sátira y análisis social, de parodia negra, bordando temas de candente actualidad como las flaquezas humanas, la presencia económica del imperio chino, los negocios que quiebran, las diferentes caras de l fracaso... y siempre bajo los anteojos del humor.
Narrada en primera persona con una utilización del lenguaje culto mezclado con el coloquial que acaba desternillándote de risa; dividida en capítulos que siempre agiliza la lectura y sin olvidar la ambientación en la ciudad de Barcelona, donde al parecer “todo puede pasar”.
Sin duda los personajes son la base del éxito de estos “enredos de la bolsa y la vida”, aunque Eduardo recupera al detective de sus novelas, el repertorio de figurantes es tan variopinto como real y hubo un momento que me recordó a los actores de la película de Torrente, cutres, majaderos, casposos, de escasa educación y algo corto de entendederas. Ahora bien son ellos los que le dan “denominación de origen” al argumento en el que están presente un listado de valores que hablan de la humanidad de estos seres marginales, del mundo de la delincuencia y de su sentido de la amistad, de la ética, de las conductas sociales, de la supervivencia... Eduardo los perfila, maquilla y trabaja para que sus acciones lejos de ser rechazadas les ayuden a “hacerse querer” por muy esperpénticas que están sean.
Un perfecto retrato critico de la actualidad política, social y económica con la que tan familiarizados estamos en los últimos años. La recomiendo porque las aspiraciones del autor van encaminada a proporcionar una rato de risa y una tregua al caos del momento.

"Los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra crisis. Una pincelada significa "peligro", la otra "oportunidad".

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