viernes, 18 de julio de 2014

Casa de verano con piscina, Herman Koch

Eso es lo que yo quiero una casa con piscina pero para todo el año no sólo para el verano; dicen que los sueños son esas realidades que otros disfrutan mientras tú esperas dormido. Tal vez sea la única justificación para haber puesto mis ojos en esta novela, últimamente los autores del norte de Europa acaban llamando nuestra atención aunque sea por tener los ojos azules y el cabello rubio; en el caso de Herman es holandés y algo calvo, pero interesantón...más que su producción literaria con la que no acabo de congeniar.
Sin que sirva de precedente y para ayudar en la reseña voy a poner la sinopsis que seguro contribuye a entender las aspiraciones de tan cotizado escritor por allí por los Países Bajos.
"Próspero médico de cabecera en Amsterdam, Marc Schlosser ejerce su profesión con cierta dosis de cinismo. Su nutrida clientela valora especialmente el tiempo que dedica a las consultas, pero esta aparente generosidad esconde unas intenciones menos nobles que Marc disimula con habilidad. Cuando uno de sus pacientes, el famoso actor Ralph Meier, lo invita a pasar unos días de verano junto a su familia, Marc acepta pese a las reticencias de Caroline, su esposa, molesta por la arrogante vulgaridad de Ralph y su actitud de seductor irresistible. Así, los Schlosser y los Meier, con sus respectivos hijos adolescentes, compartirán con un maduro director de Hollywood y su novia, cuarenta años más joven, una casa con piscina a pocos kilómetros de una playa mediterránea. Los días transcurren con apacible monotonía, entre comidas, paseos, largas conversaciones de sobremesa, excesos con el alcohol y flirteos más o menos inocentes, hasta que una noche se produce un grave incidente que interrumpirá las vacaciones y cambiará para siempre la relación entre las dos familias.
Todo eso pasa en algo menos de trescientas sesenta páginas, no es una novela aislada, aunque puede leerse independientemente, forma parte de una trilogía , “La cena” es la primera, la segunda curiosamente no se ha publicado en España y cierra el trío la que nos ocupa.
Auténtico retrato de la sociedad en la que nos movemos con todos los componentes que la definen y de los que saca partido Herman abordándolos como temas de candente actualidad; las instituciones que definen las clases más acomodadas europeas, el matrimonio, la familia, las relaciones paterno filiales, la venganza, la permisividad, los abusos, la falta de comunicación, la hipocresía social, la culpabilidad encubierta...todo objeto de debates morales a los que nos invita el autor para que nada pase desapercibido y tras leer esta novela de título frívolo nos posicionemos y elijamos la postura que nos llevaría a mostrarnos tal como somos ante una situación extrema y límite.
Es por ello que siento que las artes de este holandés son incuestionable a la hora de manipular al lector y hacerlo participe de cuanto acontece en esa “casa con piscina”.Su lectura es entretenida porque la prosa es ligera, concisa y ágil, contiene una buena trama con estupendas dosis de suspense, con un narrador en primera persona asumido por el personaje del médico y guiños de humor ácido que le sirven para evidenciar las fisuras del edificio social en el que nos movemos con nuestro traje deshumanizado e hipócrita.
Los personajes son los pilares de la novela, la mayor parte de ellos se ganan nuestro desprecio desde el principio y es difícil no considerarlos reprobables por sus actos e intereses. A través de ellos hurga en las tripas de la sociedad en la que viven con una doble moral, falta de ética profesional, decadencia, apariencias y lo que es más grave temas de trascendencia como la pederastia, la violencia de género o la eutanasia.
El tema estrella es sin duda las relaciones familiares y el armazón que las sustentan; el peso que le concede al hombre en detrimento del papel “florero” de las mujeres a las que relega a un plano inservible, la actitud de los jóvenes exigentes, inconformistas, caprichosos y faltos de normas cívicas y que sorprendentemente son generosamente premiados con la sobreprotección de sus progenitores.
El argumento acaba enganchando, en él los personajes son definidos por sus personalidades que al fin y al cabo son estereotipos de la vida real. La participación como lectora me hizo involucrarme hasta el punto de ir cambiando de sospechoso víctima de la confusión a la que el “señor Herman” te lleva; la conclusión es que nada es lo que parece y lo que ya sabemos “que los malos no son tan malos ni los buenos tan buenos”. Al final el rechazo hacia este helenco de “bestias sociales” se hace inevitable.
Aunque hubiera podido dar la sensación de que no la iba a recomendar no es así, hay que leerla sin olvidar que los “chicos del país de los tulipanes” son algo especiales para contar lo que nosotros “los hijos de la tortilla de patata” ya sabemos; puñeteros hijos que acaban metiéndote en cualquier fregado y nosotros ahí para ser los salvadores de sus almas ingratas. Espero que este último comentario se salve de las generalizaciones, que ya se sabe “que no son buenas”.

Si la vida no me sonríe yo le hago cosquillas”.

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