jueves, 5 de junio de 2014

Lo que no está escrito, Rafael Reig

Primera novela del escritor asturiano que tengo el atrevimiento de leer, he de confesar que mi elección fue accidental y justo decir también que intrigada por la sinopsis que prometía bastante por lo original del planteamiento argumental.
En no pocas ocasiones la extensión del libro es una motivación añadida y “Lo que no está escrito”, respondía a esas apropiadas trescientas páginas que sabes que te van a llevar dos o tres días a lo sumo, quizás menos si la cosa promete.
Podría encuadrarse en la novela negra pero al más puro estilo americano. El autor utiliza el recurso del relato dentro del relato que por lo general obliga al lector a implicarse más en la lectura del mismo. Sin duda a mi me ha pasado, lo que parecía una historia cotidiana se ha convertido en un thriller de terror, angustias y desvelos por descifrar el sentido de lo contado.
En el caso de esta reseña no tengo más remedio que contar algo de la trama para poder justificar mi comentario. Carlos, padre divorciado, recoge a su hijo Jorge de catorce años para pasar un fin de semana de excursión en la sierra y como por descuido, le deja a su ex mujer Carmen, un manuscrito de una novela que acaba de terminar.
Rafael Reig elige una estructura en capítulos de corta duración con diálogos bien aprovechados, en los que alternativamente asistimos al desarrollo del argumento en tres momentos; el viaje a la sierra de padre e hijo, la lectura de la mujer en su domicilio y la trama contada en el manuscrito. A medida que se suceden dichos capítulos la tensión y el ritmo crecen proporcionalmente, con una mezcla de realidad y ficción que se entrecruzan para generar una similitud vertiginosa entre las vivencias del pasado de Carmen y lo que ante sus ojos atónitos le presentan los folios del olvido.
Con estos componentes se acelera la lectura y se garantiza la curiosidad por conocer más de este relato a tres bandas. Sin demasiado esfuerzo he reconocido la rutina de la mayor parte de los mortales o al menos de hechos que nos rodean cotidianamente, a los que no somos ajenos y que sin pensarlo pueden sorprendernos inesperadamente cambiando para siempre nuestra existencia. La novela está plagada de alusiones a las familias desestructuradas, fracasos matrimoniales, relaciones de parejas complejas, degradación humana, miseria, secuestros, extorsión, delitos callejeros,, hábitos nocivos institucionalizados, actos de maldad premeditados, traumas no resueltos... y de todos estos rasgos dramáticos y deplorables en la mayor parte de los casos, el novelista se sirve para dar forma a los dos relatos principales.
De todas maneras, me ha parecido que Rafael pretendía llegar a una reflexión algo común y aceptada al menos por mi parte y es que los efectos de aquello que leemos, siendo el mismo texto, es muy diferente dependiendo de quien lo lee, cuando y bajo que condicionantes emocionales; de ahí que lo que para unos es una gran obra para otros pueda tildarse de bodrio.
Reconozco que me ha gustado a pesar de la dureza y obscenidad de algunos pasajes, también por la negatividad, infelicidad y pesimismo de todos los personajes, por la amargura y los dramas que les rodean, por la carga de realismo que llega a doler; pero es la vida desprovista de adornos, quizás ahí radica el misterio del por qué resulta entretenida y atrapa desde sus inicios.
Existe un hilo conductor que hilvana originalmente el paso de un capítulo a otro, pequeñas frases alusivas a un crucigrama y la solución a las respuestas de las definiciones. Para mi es una metáfora de nuestras vidas; en un crucigrama se coloca una palabra, el resto debe ir encajando entorno a las letras de esta, así hasta resolverlo totalmente, un hecho de nuestra vida sirve de plantilla para que todo lo que acontezca en lo sucesivo se ajuste al mismo, acomodándose irremediablemente unos tras otros hasta hacer inalterable nuestro destino, sin posibilidad de borrar o retocar ese primer eslabón.
Puede parecer retorcido pero hoy estoy metafísica...
Me parece apropiado resaltar que no es una novela que recomiendo a todos los lectores, pero aviso que de vez en cuando es bueno leer de todo y darse el gusto de quedar sorprendido gratamente por lo que a priori pudiera parecer rechazable. Hay que estar de buen ánimo y mejor dejar pasar la “playita”.

La amistad es un compromiso bilateral. Ambas partes deben aportar además de recibir”.

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