miércoles, 2 de abril de 2014

Entre el cielo y la tierra, Andreï Makine

Confieso que la mayor parte de las veces las portadas determinan mi interés por el contenido de un libro; si a eso le unimos un nombre tan sugerente como el de Andreï, es decir un ruso, la decisión está tomada.
Hace unos días me devolvieron unos libros que tenía dejados a una persona muy especial; como en los últimos meses mis lecturas han sido siempre digitales casi no los había extrañado.Al colocarlos me detuve ante esta novela que para mi sorpresa no recordaba haber leído, repasé la reseña y no estaba en mi disco duro ni el más mínimo recuerdo de lo que la historia contaba; de manera que ante la urgencia de buscar un nuevo ejemplar porque se terminaba el que estaba llegando a la meta, lo coloqué en la parrilla de salida y justifiqué así la necesidad de disfrutar de un ejemplar en papel que francamente sigo echando mucho de menos.
Pues todo esto creo que es lo más entendible de la novela. Ya he dicho al principio que me dejo llevar por las portadas, no recuerdo cuando lo compré y debió quedarse pendiente de lectura porque tampoco era como “para tirar cohetes” y para mi pesar algo de verdad hay en ello.
Nunca había leído nada de este autor tan premiado por los franceses, de nombre y origen ruso cuenta con nacionalidad francesa y un montón de publicaciones que para mí eran del todo desconocidas. “Entre el cielo y la tierra”, que es justamente donde nos encontramos todos los mortales, es una historia que navega entre las memorias de un adolescente y los recuerdos de un adulto bajo el marco histórico de la Batalla de Stalingrado de 1942 y los años sesenta del siglo XX, con una trama que gira alrededor de una fugaz pero intensa historia de dos amantes y las vivencias de un huérfano en un orfanato ruso que demuestra una desmedida curiosidad por la lectura y la vida de un héroe mitad ficción mitad realidad.
No está copiado del resumen de la contraportada es tal como lo cuento. Ante semejante falta de claridad me pasé unas horas dándole vueltas a cada párrafo que leía y no encontraba la sencillez a la que hacia referencia la novela; debía ser cosa de franceses y rusos y mi falta de costumbre a la hora de enfrentarme con este estilo de narración. Como soy inasequible al desaliento y mi curiosidad es titánica, me empeñé en terminarlo y dar algo de sentido a tan original lectura.
Brevemente os cuento, al final he leído dos historias separadas; una de ellas es la narración en primera persona de un adolescente hijo de combatiente ruso en un orfanato soviético y de todas y cada una de sus experiencias durante el tiempo que duró su encierro en un colegio donde la desgracia, la escasez, la militarización y la deshumanización eran ligeramente paliadas por su pasión por la lectura y el contacto con un personaje femenino conocido por diferentes nombres, pero que le aportó la ternura y el afecto del que carecía en su cruel destino. Y una segunda narración que es la historia de amor entre piloto y enfermera, como se conocen, como viven su efímera pasión, que misión lleva a cabo el piloto y su final lógico y previsible; esta segunda parte es más fácil de seguir.
Cronológicamente es difícil de ubicar, pero al término de las doscientas páginas se acaba situando a cada protagonista en su espacio físico y temporal. Lo más curioso es que la trama se desenvuelve en los años de la Segunda Guerra Mundial y Posguerra, pero los detalles acerca de ella pasan de puntillas, es sólo el hilo conductor del argumento. Para mi que el escritor que dice recuperar la historia del piloto delata ciertos rasgos autobiográficos. No he visto un perfil de personajes depurados, me ha costado discernir entre ficción y realidad, entre recuerdos y experiencias... tal vez sea la primera y la última que lea de Andreï y para otra vez intentaré dejarme llevar por otros impulsos, que estos me han sumido en una madeja con demasiados nudos para lo sencilla que prometía ser la novela.
Ni que decir tiene que si la he comentado es porque la he terminado. Pero lo de recomendarla mejor lo dejo.

Las palabras son sin duda la droga más potente utilizada por la humanidad”.

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