domingo, 20 de abril de 2014

Cinco mujeres y media, F. González Ledesma

De vez en cuando me gusta cambiar de registro y para ello nada como una novela de género policíaco y si es español, mejor. Ambientada en la Barcelona anterior a las olimpiadas, el autor nos presenta una trama con todos los ingredientes de las novelas negras donde tras la violación y asesinato de una joven en el barrio del Raval, el inspector tradicional Méndez, debe resolver el misterio aunque no sea el encargado de tal misión. Su sentido del deber y ciertas relaciones personales con el caso, le llevan a desentrañar una investigación mucho más allá del delito en cuestión.
Estructura del argumento muy sencilla, con la linealidad propia de estos relatos donde aparece el inicio, nudo y desenlace; todo ello con una tensión narrativa muy bien administrada y expuesta en diferentes voces que nos llevan continuamente del pasado al presente. Destaca el realismo social expresado en el lenguaje vulgar, irónico, mordaz y critico de las situaciones que viven los personajes, así como sus historias personales que nos ponen ante vidas descarnadas y ruinosas.
Aunque el punto de partida es el esclarecimiento del asesinato de Palmira, el nudo gira alrededor de otras historias secundarias que desencadenan el argumento de la novela casi en su totalidad, tanto que el desenlace es imprevisible por la aparición de esta mujer, gracias a la cual el final es brillante y muy bien acogido.
Todas las mujeres de la novela tienen en común desgracias personales, infancias rotas, pobreza extrema, futuro incierto, indefensión social y soluciones desesperadas. Tales penalidades quedan inmersas en un retrato social con todos los ingredientes típicos del género; injusticias, corrupción, inmobiliarias, venganzas, sicarios, abusos de poder, prostitución, maltratos, chantajes... Cada personaje está perfectamente perfilado y descrito con precisión, destacando la figura de Méndez que nos recuerda a otros inspectores de escritores y sagas conocidas. Es imposible no desarrollar empatía con este “individuo” que en nombre de la ley se salta todas las normas bajo la bandera de una “justicia urbana” particularmente aplicada y con la que sin quererlo “damos por buena” ante la “injusticia institucionalizada” de la que a diario cierto sector de la sociedad es siempre víctima.
El crimen no representa la prioridad del escritor, es un medio para desarrollar en el relato otros delitos que se cometen frecuentemente y con los que estamos familiarizados hasta el extremo de no generar el sentimiento de repulsión que estos llevan implícitos.
Presentada en capítulos con abundantes diálogos y entradas alternativas de personajes con sus historias particulares que van avanzando poco a poco al mismo ritmo hasta llegar a un cierre único. Sin quererlo las “cinco mujeres” nos dan un gustazo digno de un final de novela; ojalá todo fuera así en la cruda realidad. La recomiendo para un par de tardes sin más pretensiones que entretenerse entre líneas llenas de criminales, delitos, comisarias, buenos y malos... vamos toda una crónica social en negro.

Si cada uno escribe su propio destino, habrá que tener cuidado con las faltas de ortografía”.

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