lunes, 24 de marzo de 2014

La luz en casa de los demás, Chiara Gamberale

Simpática caricatura de un bloque de residentes asomados a sus respectivas ventanas... cosa curiosa esa parte de nuestra convivencia que se disfruta o padece en una comunidad de vecinos y no menos impredecibles las situaciones a las que hay que hacer frente en tal particular cosmos de nuestra existencia .
Para nada iba buscando esta lectura pero su sinopsis me pareció ocurrente y aunque no es de “premio literario” puede pasar para vernos identificados en algunas de las peripecias y personajes que aparecen en la historia.
Mandorla es la auténtica protagonista de la narración contada casi por completo en primera persona a excepción de los capítulos en los que hablan el resto de los personajes para presentarnos sus vidas en pasado y que ayudan a completar la visión que la autora hace de ellos a lo largo de la novela. Un drama desencadena el nudo de la obra, esta niña se queda sin madre y ante la incógnita de su paternidad, todos los vecinos asumen de mutuo acuerdo su tutela de forma alternativa, determinación que marcará la vida de todos y por supuesto la identidad de Mandorla.
Sobra decir que en realidad la autora ha querido hacer una critica al modelo tradicional de familia ya que cada piso de esa finca representa un modelo diferente de modos de vivir reunidos bajo los parámetros a los que se le conoce con el término de “familia”; cada uno representan valores, actitudes, costumbres, principios muy diferentes, elegantemente tratados y con grandes dosis de respeto y aceptación. Entiendo que defiende el “bien comunal” dentro de ese repertorio de relaciones personales, de parejas y en definitiva humanas.
Sin duda todo gira alrededor del presente y futuro de Mandorla convertida en un transeúnte durante su infancia y adolescencia.
Estilo muy sencillo, dividida en cinco partes y a su vez en capítulos que diferencian cada familia y las experiencias de la niña en cada una de ellas, lo que vive y la manera en la que este “paseíllo ascendente” supone para su desarrollo emocional. La presencia de diálogos ayuda a convertir la lectura en llevadera ya que en muchos tramos la narración se hace especialmente cansina y casi tentadora al abandono.
La historia resulta algo monótona, carente del factor sorpresa, con final predecible, desilusiona tras un entusiasmo provocado por el argumento inicial que prometía bastante; podría ser ideal para un guión de cine o serie televisiva al estilo de “Aquí no hay quien viva”.
Aún así yo la he terminado porque la curiosidad acerca de la paternidad de la niña mantiene el escaso interés al que hago referencia; eso y el muestrario de sospechas, envidias, infidelidades, mentiras, montajes e intrigas que vive a diario y que nos son muy familiares a los que hemos tenido la oportunidad de vivir en comunidades de vecinos...”Nada es lo que aparenta ser”. En el fondo no sabemos lo que pasa al lado de nuestras casas y ante la ignorancia imaginamos y ahí es donde “la liamos parda”. Somos irremediablemente animales sociales y hay que reconocer que la autora nos ha presentado un retrato social comprimido en altura, en una calle cualquiera de una ciudad cualquiera. Recomendada para momentos playeros y de evasión de la realidad que tanto nos condiciona cuando menos lo esperamos.

Cuanto mejor sabes utilizar las palabras, en lugar de acercarte, más te alejas de lo que quieres expresar de verdad”.

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