domingo, 1 de septiembre de 2013

Memoria de unos ojos pintados, Luis LLach

La novela cuenta la historia de cuatro amigos, dos chicas y dos chicos; estos últimos se van a convertir en los protagonistas de esta maravillosa crónica de una época de nuestra historia. Ambos, Germinal y David , que se crían en La Barceloneta, descubren la vida el uno al lado del otro, descubren también su sexualidad, y su amor, y luchan desesperadamente por estar juntos, a pesar de todo. Siempre en un marco de pobreza, de lucha, de humildad, de ideales, pero luego les atropella la Guerra, y con ella primero descubren el exilio, la miseria, la muerte, el desastre, la lucha, el terror. Sin desearlo son víctimas de la derrota, el odio y al final la locura , el rencor y una venganza que se adhiere a su alma hasta el final de su existencia.
Los hechos se narran cuando Germinal, anciano recuerda su vida contándosela a un director de cine joven que busca un guión para una película. En esos momentos su narración nos sitúa en la Barcelona de 1920, en las vivencias de esos jóvenes, en un repertorio de sentimientos enternecedores y amargos que bailan entre la amistad, el amor, la esperanza, la valentía, la amargura, la ausencia, las despedidas, las renuncias, el miedo y la incertidumbre ante los acontecimientos históricos de los que irremediablemente van a formar parte para el resto de sus vidas.
Es ante todo un relato de supervivientes que en boca del anciano cobran vida, creando un estremecedor pasaje de hechos que dan cuerpo a una dura e impactante realidad de unos años que han mantenido vivo al personaje y que le lleva en la novela a proporcionar un final novelesco cargado de dramatismo.
Desde el inicio el lector se mantiene sobrecogido por el devenir de aquello que está por contar a través del narrador y sin notarlo nos conduce a un desenlace imprevisible y bien recibido, interpretado como una redención del atormentado Germinal y su trayectoria de vida.
Sin ser iguales, al leerlo me recordó a la película “Pájaros de papel” por la coincidencia de marco histórico y por el desgarro emocional de la historia. 

"Un barco se siente a salvo en buen puerto, pero no están hechos para estar atracados sino para navegar".

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