viernes, 10 de enero de 2014

Intemperie, Jesús Carrasco

Narración en estado puro, visceral, intensa y de profundas connotaciones rurales, que sirven de escenario para adentrarse en el periplo cruel de dos personajes desconocidos en un principio, gracias a los cuales, se nos dan en bandeja los valores humanos de la manera más descarnada y sin adornos que el lector pudiera llegar a concebir.
No hay una galería de personajes, la escasez de los mismos engrandece el relato; un niño que huye de una situación extrema, un pastor que comparte protagonismo con el paisaje, un alguacil que personifica la violencia legalizada y muchas muestras de miseria, pobreza, miedo y dolor.
El personaje del niño ofrece durante el relato la incógnita de su decisión final entre, elegir un mundo de atropellos morales heredados o un rechazo a lo vivido para darse la oportunidad de una vida digna y alejada del horror del que físicamente huye.
Jesús Carrasco es el autor de este relato desgarrador y brutal que puede ser, aceptado desde sus primeras líneas o por el contrario decepcionar por la ausencia de diálogos y silencios extensos que a muchos lectores puede llegar a confundir o aburrir. Cuando nos permitimos adentrarnos en la obra y acostumbrarnos al mensaje que intenta transmitir, el lector se rinde y admira la capacidad de narrar del autor. En cada descripción de los acontecimientos de la novela se esconden valores universales conocidos y olvidados, valorados y no utilizados de la humanidad; imprescindibles en cualquier etapa de la vida y que en el niño se convierten en una lucha continua por descubrir a través de la obligada experiencia infantil de supervivencia extrema.
Sin una reflexión de lo leído no se llega a entender la elección del título; hoy, muchos estamos en la más estricta “Intemperie”.

"La alegría es la única papelera capaz de reciclar la oscuridad y el peso de un corazón oprimido".

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