domingo, 1 de julio de 2012

El abanico de seda, Lisa See

En ocasiones la lectura se selecciona de antemano buscando satisfacer curiosidades acerca de culturas y costumbres de países que darías la vida por conocer pero que te conformas con todo lo que te pueda llegar de ellos, para tapar ese hueco de curiosidad a sabiendas de lo imposible de vivir la experiencia de visitarlos... aunque nunca se sabe.
China es uno de esos paraísos milenarios que están en mi lista de preferencias viajeras pero también en la de realidades difíciles de lograr; a cambio lo sustituyo por bucear en obras tan impresionantes como “El abanico de seda” o La nieta del señor Linh”, ambos me deleitaron el mismo verano y me proporcionaron muchos conocimientos de las tradiciones ancestrales de una de las culturas más sabias y antiguas del mundo.
Novela conmovedora que tiene por protagonistas a dos niñas que en su tránsito a la adolescencia viven lo que allí se conoce como una unión vitalicia entre almas gemelas, ceremonia antigua trasmitida de generación en generación. Aunque es un relato ficticio se ajusta a la más cruda realidad, el papel secundario de la mujer y sus obligaciones impuestas por las madres y abuelas a la hora de velar por un futuro, rodean el clima de una trama que gira entorno a la comunicación que ambas niñas establecen con sus abanicos. Lenguaje secreto que se convierte en el hilo conductor de la obra y que no está exento de errores y malos entendidos que alterarán el curso de la relación fraternal entre “Lirio Blanco” y “Flor de Nieve”.
La pobreza, la miseria, la desigualdad, la supervivencia, los compromisos sociales rodean toda la narración contada en primera persona por una de las niñas, acompañada por un repertorio de sentimientos de amistad, ternura, complicidad, tristeza y resignación algo más que admirables. Lo más llamativo es sin duda la descripción pormenorizada y cruel que se hace del proceso de vendaje de los pies y como es escalofriantemente asumido por esta cultura, encontrando la nota discordante de rebeldía por parte de las niñas sin encontrar ni apoyo ni consuelo ante tan despiadada tradición. El sufrimiento se interioriza y acaba impactando al lector.
Emotiva, aleccionadora, interesante e ilustrativa... no deja indiferente a nadie y provoca un desgarrador sentimiento de rechazo y a la vez de aceptación.
Reflejo de un mundo y una época muy distante al tacto de la “seda”.

En el fondo, mi vida es la historia de los intentos que he hecho por tener los pies sobre el suelo sin dejar de alzar los ojos al cielo”.

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