domingo, 3 de noviembre de 2013

Si escucharas mi corazón, Sara Rattaro

Llamativa y “fashión” portada para una novela social que tuve la oportunidad de leer hace unos meses sin más pretensiones que pasar unos días entretenida frente a un libro que no excediera en número de páginas y que a la vez no me decepcionara.
Temática que gira alrededor del complicado mundo de las relaciones humanas y por si esto no fuera suficiente todo se acrecienta si lo trasladamos al marco familiar. Tres personajes absorben el protagonismo de la historia, pero realmente quien asume el papel principal de la trama es Viola, una mujer que desde el principio no goza con las simpatías del lector pero que la escritora le hace evolucionar en función de los acontecimientos que dan vida a las escasas doscientas veinticuatro páginas del relato.
Una personalidad no tan descabellada en la sociedad actual es la que identificamos en Viola, madre y esposa, se nos presenta como algo díscola e inmadura: Es portadora de un pasado cargado de verdades no contadas y felicidad aparente que conviven pacíficamente con su espíritu y su día a día, todo ello hasta que el cruel destino le enfrenta a una situación límite y se desencadena la necesidad de enfrentarse a sus propios fantasmas para modificar el curso del futuro.
Es casi de manual aceptar que la verdad tarde más o se haga esperar, siempre acaba haciendo acto de presencia. Los dos personajes que completan el trío familiar obligan indirecta pero irremediablemente a la madre, esposa y mujer a desvelar lo que su corazón ha atesorado durante años.
Escribí en mis reseñas cuando la terminé que ese corazón y el de la mayor parte de los mortales, no tiene fronteras y sus actos, los que se hacen desde su epicentro, esos, son imprevisible. Nuestra vida cobra sentido cuando el despreocupado corazón se desboca sin control y responde a la llamada exigente de quienes le necesitan. La protagonista no es una mujer sin corazón y ante el reclamo que mueve la trama, responde y no duda en luchar por lo que tanto se ama en la vida.
Escrita con cambios de ritmos, al principio es algo lenta y a medida que el argumento se endurece parece que a la autora le hubieran entrado prisas por contarlo todo seguido y acelerar así el final. Historia cargada de emociones y sentimientos, alusiones a los valores sociales de la relación de parejas, a la búsqueda de segundas oportunidades, al derecho a ser perdonada por errores que cualquiera podemos cometer... lección para que no seamos excesivamente duros e implacables a la hora de juzgar a los que nos rodean y mucho menos “si son de la familia”. Recomendada para evadirse y entretenerse un par de tardes.

La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy”.

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