miércoles, 30 de octubre de 2013

La lista de mis deseos, Grégoire Delacourt

Quién no ha hecho alguna vez una lista de deseos, quién no ha caído en el tópico de desear que la lotería, las de las “perritas” no la de la “salud” llamara a su puerta una navidad, la que menos te esperas; cuantas veces mentalmente hemos repasados esos deseos no cumplidos y añejos de tanto esperar, y hemos soñado que se hicieran realidad algún día... muchas, demasiadas veces y “las que te rondaré morena”.
Puede parecer una novela absurda pero te hace reflexionar sobre el tan traído y llevado mensaje que dice que el dinero no te da la felicidad, pero la segunda parte del mismo es que sin apartarse de dicha verdad, no es menos cierta que “las penas con pan menos penas son”.
Esta historia si que le puede pasar a cualquiera, a mi no me importaría...
Es un relato de una brevedad que es difícil no recomendarla aunque sólo sea para desconectar de otras rutinas. Jocelyne es una discreta mujer que regenta una mercería, de ahí la entrañable portada del libro, a la que le tocan la nada despreciable cifra de dieciocho millones de euros. Ante semejante acontecimiento elabora una lista de deseos y para sorpresa del lector, son todos de una simpleza extraordinaria, lo que ayuda a empatizar con tan peculiar mujer. Más tarde y a medida que se desarrolla la trama veremos como la “fortuna” le depara a nuestra protagonista sorpresas inesperadas que la hacen replantearse todo el sentido de su vida.
Sencilla en su desarrollo, ágil en su lectura, de buen ritmo y con rasgos de autoayuda, está enfocada a un público poco exigente, mayoritariamente femenino y con pretensiones literarias escasas; podría valer para el guión de una película, con una guapa artista que asuma el peso de la narración de la misma manera que lo hace nuestra Jocelyne.
Reflejo de optimismo y con un lenguaje cercano nos ofrece la posibilidad de aceptar que el dinero y el interés acaba sacando en ocasiones lo más vil de la condición humana y que la inseguridad de aquellos que no poseen una autoestima indestructible se siente amenazada ante las ambiciones de quienes le rodean. No es filosófica pero sirve como novela aleccionadora y en su favor hay que decir que su brevedad es acorde con lo que quiere contar, pocas páginas para decir lo suficiente. Derroche de sentimientos contradictorios, melancólica en muchos momentos y sin quererlo aboga por la superación del conformismo como forma de vida autodestructible. Si ella se dio una oportunidad, nosotros también.

El que camina por la vida de puntilla no podrá sostenerse nunca derecho”.

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